domingo, 13 de abril de 2014

Texto narrativo - El gato con botas

~El gato con botas~

Un molinero dejó, como única herencia a sus tres hijos, su molino, su burro y su gato. El reparto fue bien simple: no se necesitó llamar ni al abogado ni al notario. Habrían consumido todo el pobre patrimonio.

El mayor recibió el molino, el segundo se quedó con el burro y al menor le tocó sólo el gato. Este se lamentaba de su mísera herencia:

-Mis hermanos -decía- podrán ganarse la vida convenientemente trabajando juntos; lo que es yo, después de comerme a mi gato y de hacerme un manguito con su piel, me moriré de hambre.

El gato, que escuchaba estas palabras, pero se hacía el desentendido, le dijo en tono serio y pausado:

-No debéis afligiros, mi señor, no tenéis más que proporcionarme una bolsa y un par de botas para andar por entre los matorrales, y veréis que vuestra herencia no es tan pobre como pensáis.

Aunque el amo del gato no abrigara sobre esto grandes ilusiones, le había visto dar tantas muestras de agilidad para cazar ratas y ratones, como colgarse de los pies o esconderse en la harina para hacerse el muerto, que no desesperó de verse socorrido por él en su miseria.

Cuando el gato tuvo lo que había pedido, se colocó las botas y echándose la bolsa al cuello, sujetó los cordones de ésta con las dos patas delanteras, y se dirigió a un campo donde había muchos conejos. Puso afrecho y hierbas en su saco y tendiéndose en el suelo como si estuviese muerto, aguardó a que algún conejillo, poco conocedor aún de las astucias de este mundo, viniera a meter su hocico en la bolsa para comer lo que había dentro. No bien se hubo recostado, cuando se vio satisfecho. Un atolondrado conejillo se metió en el saco y el maestro gato, tirando los cordones, lo encerró y lo mató sin misericordia.

Muy ufano con su presa, fuese donde el rey y pidió hablar con él. Lo hicieron subir a los aposentos de Su Majestad donde, al entrar, hizo una gran reverencia ante el rey, y le dijo:

-He aquí, Majestad, un conejo de campo que el señor Marqués de Carabás (era el nombre que inventó para su amo) me ha encargado obsequiaros de su parte.

-Dile a tu amo, respondió el Rey, que le doy las gracias y que me agrada mucho.

En otra ocasión, se ocultó en un trigal, dejando siempre su saco abierto; y cuando en él entraron dos perdices, tiró los cordones y las cazó a ambas. Fue en seguida a ofrendarlas al Rey, tal como había hecho con el conejo de campo. El Rey recibió también con agrado las dos perdices, y ordenó que le diesen de beber.


El gato continuó así durante dos o tres meses llevándole de vez en cuando al Rey productos de caza de su amo. Un día supo que el Rey iría a pasear a orillas del río con su hija, la más hermosa princesa del mundo, y le dijo a su amo:

-Sí queréis seguir mi consejo, vuestra fortuna está hecha: no tenéis más que bañaros en el río, en el sitio que os mostraré, y en seguida yo haré lo demás.

El Marqués de Carabás hizo lo que su gato le aconsejó, sin saber de qué serviría. Mientras se estaba bañando, el Rey pasó por ahí, y el gato se puso a gritar con todas sus fuerzas:

-¡Socorro, socorro! ¡El señor Marqués de Carabás se está ahogando!

Al oír el grito, el Rey asomó la cabeza por la portezuela y, reconociendo al gato que tantas veces le había llevado caza, ordenó a sus guardias que acudieran rápidamente a socorrer al Marqués de Carabás. En tanto que sacaban del río al pobre Marqués, el gato se acercó a la carroza y le dijo al Rey que mientras su amo se estaba bañando, unos ladrones se habían llevado sus ropas pese a haber gritado ¡al ladrón! con todas sus fuerzas; el pícaro del gato las había escondido debajo de una enorme piedra.

El Rey ordenó de inmediato a los encargados de su guardarropa que fuesen en busca de sus más bellas vestiduras para el señor Marqués de Carabás. El Rey le hizo mil atenciones, y como el hermoso traje que le acababan de dar realzaba su figura, ya que era apuesto y bien formado, la hija del Rey lo encontró muy de su agrado; bastó que el Marqués de Carabás le dirigiera dos o tres miradas sumamente respetuosas y algo tiernas, y ella quedó locamente enamorada.

El Rey quiso que subiera a su carroza y  lo acompañara en el paseo. El gato, encantado al ver que su proyecto empezaba a resultar, se adelantó, y habiendo encontrado a unos campesinos que segaban un prado, les dijo:

-Buenos segadores, si no decís al Rey que el prado que estáis segando es del Marqués de Carabás, os haré picadillo como carne de budín.

Por cierto que el Rey preguntó a los segadores de quién era ese prado que estaban segando.

-Es del señor Marqués de Carabás -dijeron a una sola voz, puesto que la amenaza del gato los había asustado.

-Tenéis aquí una hermosa heredad -dijo el Rey al Marqués de Carabás.

-Veréis, Majestad, es una tierra que no deja de producir con abundancia cada año.

El maestro gato, que iba siempre delante, encontró a unos campesinos que cosechaban y les dijo:

-Buena gente que estáis cosechando, si no decís que todos estos campos pertenecen al Marqués de Carabás, os haré picadillo como carne de budín.

El Rey, que pasó momentos después, quiso saber a quién pertenecían los campos que veía.

-Son del señor Marqués de Carabás, contestaron los campesinos, y el Rey nuevamente se alegró con el Marqués.

El gato, que iba delante de la carroza, decía siempre lo mismo a todos cuantos encontraba; y el Rey estaba muy asombrado con las riquezas del señor Marqués de Carabás.

El maestro gato llegó finalmente ante un hermoso castillo cuyo dueño era un ogro, el más rico que jamás se hubiera visto, pues todas las tierras por donde habían pasado eran dependientes de este castillo.

El gato, que tuvo la precaución de informarse acerca de quién era este ogro y de lo que sabía hacer, pidió hablar con él, diciendo que no había querido pasar tan cerca de su castillo sin tener el honor de hacerle la reverencia. El ogro lo recibió en la forma más cortés que puede hacerlo un ogro y lo invitó a descansar.

-Me han asegurado -dijo el gato- que vos tenías el don de convertiros en cualquier clase de animal; que podíais, por ejemplo, transformaros en león, en elefante.

-Es cierto -respondió el ogro con brusquedad- y para demostrarlo veréis cómo me convierto en león.

El gato se asustó tanto al ver a un león delante de él que en un santiamén se trepó a las canaletas, no sin pena ni riesgo a causa de las botas que nada servían para andar por las tejas.

Algún rato después, viendo que el ogro había recuperado su forma primitiva, el gato bajó y confesó que había tenido mucho miedo.

-Además me han asegurado -dijo el gato- pero no puedo creerlo, que vos también tenéis el poder de adquirir la forma del más pequeño animalillo; por ejemplo, que podéis convertiros en un ratón, en una rata; os confieso que eso me parece imposible.

-¿Imposible? -repuso el ogro- ya veréis-; y al mismo tiempo se transformó en una rata que se puso a correr por el piso.

Apenas la vio, el gato se echó encima de ella y se la comió.

Entretanto, el Rey, que al pasar vio el hermoso castillo del ogro, quiso entrar. El gato, al oír el ruido del carruaje que atravesaba el puente levadizo, corrió adelante y le dijo al Rey:

-Vuestra Majestad sea bienvenida al castillo del señor Marqués de Carabás.

-¡Cómo, señor Marqués -exclamó el rey- este castillo también os pertenece! Nada hay más bello que este patio y todos estos edificios que lo rodean; veamos el interior, por favor.

El Marqués ofreció la mano a la joven Princesa y, siguiendo al Rey que iba primero, entraron a una gran sala donde encontraron una magnífica colación que el ogro había mandado preparar para sus amigos que vendrían a verlo ese mismo día, los cuales no se habían atrevido a entrar, sabiendo que el Rey estaba allí.

El Rey, encantado con las buenas cualidades del señor Marqués de Carabás, al igual que su hija, que ya estaba loca de amor viendo los valiosos bienes que poseía, le dijo, después de haber bebido cinco o seis copas:

-Sólo dependerá de vos, señor Marqués, que seáis mi yerno.

El Marqués, haciendo grandes reverencias, aceptó el honor que le hacia el Rey; y ese mismo día se casó con la Princesa. El gato se convirtió en gran señor, y ya no corrió tras las ratas sino para divertirse.

ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN
Narrador
Es un narrador en 3ª persona ya que cuenta lo que les pasa a los personajes y los verbos están escritos en 3ª persona. “El mayor recibió el molino, el segundo se quedó con el burro y al menor le tocó sólo el gato.” El narrador es también ausente, ya que sólo cuenta lo que ve, lo exterior.

Personajes
Principales:
El hijo menor (El Marqués de Carabás): es el tercer hijo de un molinero que le deja como herencia un gato. En un principio, tras ver cuál era su herencia, piensa que va a morir de hambre, pero gracias al gato y sus artimañas, el muchacho termina casado con la hija del rey.
El gato: es la herencia del hijo menor. Gracias a su astucia consigue que su amo se case con la hija del rey.
El rey: acepta los obsequios de El Marqués de Carabás. Un día paseando encuentra al Marqués ahogándose y sus soldados lo salvan. Tras este encuentro, su hija termina enamorada del muchacho.
Secundarios:
Hija del rey: se enamora locamente de El Marqués de Carabás en su primer encuentro.
Los dos hermanos mayores de El Marqués: aparecen sólo al principio del relato donde reciben como herencia un molino y un burro.

Argumento
Un molinero dejó como herencia un molino a su hijo mayor, un burro al segundo y un gato al menor. Este último se lamentó debido a la pésima herencia que había recibido. El gato lo escuchó y le pidió una bolsa y unas botas. El muchacho le dio lo que le había pedido y el gato se dirigió al campo. Una vez allí se tiró al suelo, haciéndose el muerto, con la bolsa llena de hierbas y esperó. Al poco apareció un conejo y se metió en la bolsa, el gato rápidamente la cerró y mató al animal. Después llevó la presa al Rey y le dijo que El Marqués de Carabás le había encargado obsequiarle su captura y Su Majestad aceptó encantado. El gato repitió el proceso durante dos o tres meses. 

Un día el gato se enteró de que el Rey iba a pasear por la orilla del río con su hija, y entonces le indicó a su amo que debía hacer. Cuando el Rey pasó por allí, el gato comenzó a pedir auxilio ya que El Marqués se estaba ahogando, y rápidamente los guardias del Rey acudieron en su ayuda. Tras un par de miradas la hija del Rey quedó enamorada locamente del muchacho, y más tarde todos subieron al carruaje. Por dónde iban todos los campesinos decían que esas tierras pertenecían a El Marqués de Carabás, debido a que el gato los había amenazado en caso de que no lo dijeran.

Después, el gato llegó a un castillo que pertenecía a un ogro que era capaz de convertirse en cualquier animal. El gato, que era muy astuto, hizo que el ogro se transformara en ratón y se lo comió, dejando libre el castillo para que cuando llegara el carruaje creyeran que el castillo pertenecía a su amo. Al final, ese mismo día el Marqués se casó con la princesa y el gato se convirtió en un gran señor.

Espacio y tiempo
Espacio: el cuento transcurre en diversos lugares como la casa del hijo menor, las tierras de alrededor, el castillo del Rey y el castillo del ogro.
Tiempo externo: la acción se sitúa en la edad media.
Tiempo interno: la narración transcurre en un par de meses.


ESTRUCTURA DE LA NARRACIÓN
Estructura formal
El cuento está ordenado por párrafos.

Estructura del contenido
Tiene un final cerrado y sigue la estructura normal de la narración: planteamiento, nudo y desenlace.

Estructura temporal
El relato empieza por el principio y sigue un orden cronológico, avanzando desde el principio hasta el final. 


ESTILOS NARRATIVOS
Se utiliza un estilo directo. “-Dile a tu amo, respondió el Rey, que le doy las gracias y que me agrada mucho.” “-Tenéis aquí una hermosa heredad -dijo el Rey al Marqués de Carabás.”


NARRACIÓN Y FORMAS VERBALES
En el cuento se utiliza el pretérito perfecto simple. “Dejó, ordenó, recibió…”


Esther Martínez Collado 1ºCTC


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