miércoles, 2 de abril de 2014

NARRACIÓN PROPIA .

       BUENOS DÍAS PRINCESA.


          Por fin había llegado ese día, el día, nuestro día, el día de nuestra boda. Me levanté un poco nerviosa, no sabía por dónde empezar, había tantas cosas por hacer. Al fin me decidí y me dirigí al aseo para darme una buena ducha. Me aseé de forma agobiada, pensaba que no me daría tiempo. De pronto mientras me ponía el albornoz sonó el timbre, seguro que sería mi hermana Daniela, pensé. Fui a la entrada y abrí la puerta. De repente sentí un fuerte golpe en la cabeza, no me dio tiempo a reaccionar sólo pude sentir cómo me derrumbaba.
          Desperté unas pocas horas después, estaba atada a una silla y tenía los ojos vendados. Escuché una voz ronca acompañada de unos ruidos un tanto extraños, como de una vajilla. Alguien se acercó a mí, y me susurró al oído "Buenos días princesa", me asusté tanto que sólo pude temblar de miedo. Al poco tiempo este 'gran anfitrión' me ofreció un desayuno digno de un jeque árabe. Me dijo que tenía que comérmelo todo porque era un día importante para mí, que era el primer día del resto de nuestras vidas en conjunto. Cuando terminé de desayunar, con ayuda suya, me echó en sus hombros como si fuera un saco de patatas, y me llevó a un coche, supongo. Estuvimos viajando unas cinco horas, no sé dónde quería llevarme. Por un lado sentía miedo, pero por otro sentía curiosidad, no sé por qué, llamarme loca pero me intrigaba esa dulce pero voz ronca.

          Cuando llegamos estaba empezando a anochecer, me dijo que habíamos llegado a donde empezó todo, el lugar donde él me conoció. Empezó a contarme una historia un tanto peculiar...

-¿Sabes qué? Aquí empezó todo, aquí fue donde te conocí y donde me enamoré de ti. Fue una noche de verano, recuerdo que era la noche de San Juan. Tú tenías tu hoguera muy cerca de donde yo tenía la mía. Aquella noche estabas preciosa, reluciente, tanto que le hacías sombra a la misma luna. Me acuerdo que cruzamos un par de miradas, tú te sonrojabas cada vez que me mirabas, y yo...yo me escondía tras mi vaso como un niño pequeño buscando jugar contigo. Aproveché un momento en que te quedaste sola, fue cuando tus acompañantes se fueron a darse un baño, y tú dijiste que preferías quedarte ahí pues no tenías ganas, no era un buen día. Me acerqué y me presenté, te dije que no había chica más hermosa que tú, que creía que había sido un flechazo, pero tú me rechazaste, me dijiste que no podías corresponderme porque estabas comprometida para el verano siguiente. Lo más bonito que me dijiste fue que te llamabas Sol. Sol, pensé yo, tú sí que eres un sol y no la estrella que nos alumbra. Me rompiste el corazón, ¿sabes? Me quedé destrozado, no sé qué tenían tus ojos, que eran como un imán que me hacían ir detrás de ti. Me propuse buscarte donde hiciera falta. He estado todo este año buscándote, y te he encontrado. He estado cerca de ti dos meses, creía que alguna de esas veces me verías y me reconocerías, pero no fue así. Por lo que decidí ir a por ti, e intentar explicarte eso que aquella noche no me dejaste decirte. Sé que puedes pensar que estoy loco, pero yo te digo que si por algo han de llamarme loco es por lo que siento por ti. Quiero que sepas que no te vas a casar, y si alguna vez lo haces será conmigo.

          Me quedé atónita, mis oídos no podían creer lo que estaban escuchando. Por un momento pensé en escapar, pero fue entonces cuando tú me destapaste los ojos, y pude verte, esa cara tan familiar pero a la vez tan extraña. Recordaba haberla visto antes, en todas partes. No sé qué me pasó por la cabeza cuando hice lo que a continuación vais a saber, sólo sabía que quería y tenía que hacerlo. Me dejé la vergüenza a un lado y me lancé, le besé en los labios como nunca antes había besado antes a nadie. Noté que tú sonreías entre beso y beso, eso de alguna manera me hizo feliz. 
         Pasó al menos un mes, mes en el que estuvimos empezando algo a lo que se le puede llamar bonito, entonces me di cuenta de que tenía que dar muchas explicaciones, tenía que pedir muchos perdones, pero jamás arrepentirme.  Creo que el que más sufrió al escuchar mis palabras fue el que era mi prometido, me tachó de loca, de irresponsable, y de otras muchas cosas más. Esas palabras me hirieron, pero las afronté y me comí mi orgullo, ya que en cierta parte era lógico que estuviera molesto, había estado desaparecida un mes, incluyendo el día de nuestra boda. Cuando me hube despedido de toda mi familia, recogí todas mis cosas, hice las maletas, me monté en mi Audi A3 y cogí rumbo a Cádiz, allí estaba esperándome mi nuevo amor, para irnos lo más lejos posible y empezar una nueva vida.




CARLA IGUALADA MORAL 1ºCTC

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