miércoles, 31 de octubre de 2018

DE LA NARRACIÓN AL CÓMIC

En 1º ESO estamos leyendo este trimestre las "Fábulas", de Esopo. Como también hemos estudiado los textos narrativos, vamos a convertir algunas fábulas en cómics. Iremos publicando los diversos trabajos de los alumnos de 1º C y D. Aquí os dejo un avance finalizando los trabajos en nuestra Biblioteca.








EL DEPARTAMENTO DE INGLÉS NOS HA INVITADO A TODOS A CELEBRAR "HALLOWEEN". LOS ALUMNOS HAN REALIZADO ESTOS SUGERENTES TRABAJOS `TERRORÍFICOS´.






martes, 30 de octubre de 2018

ESCENAS DE LA OBRA "DON JUAN TENORIO". OBRA DEL ROMANTICISMO A LA QUE HEMOS ASISTIDO CON LOS ALUMNOS DE 4º ESO.










domingo, 28 de octubre de 2018




VERSIÓN DE "LA CANCIÓN DEL PIRATA", DE JOSÉ DE ESPRONCEDA, POR EL GRUPO TIERRA SANTA




ESCENAS DE "DON JUAN TENORIO", OBRA DE JOSÉ ZORRILLA, QUE PODREMOS VER EL MARTES EN EL TEATRO CIRCO. 







jueves, 25 de octubre de 2018



LAS FÁBULAS DE ESOPO
Estamos trabajando en este primer trimestre el libro de "Fábulas de Esopo" en 1º ESO. Haremos varias actividades con este libro. Para abrir boca, aquí os dejo una pequeña muestra de algunas de esas fábulas.

¿Quién no escuchó, en su infancia, algunas de estas fábulas antes de dormir? Estas historias breves, seguidas de una moraleja, hacen parte del imaginario colectivo y han perdurado en el tiempo hasta el día de hoy.  
La liebre y la tortuga 
La historia a continuación es un clásico de Esopo recopilado por La Fontaine, otro gran promotor de este género literario. "La liebre y la tortuga" es una fábula típica: no se sabe dónde ni cuándo ocurrieron los hechos, y los personajes principales son animales humanizados, es decir, que poseen consciencia, lenguaje y sentimientos humanos. 
Una tortuga y una liebre discutían sobre quién era más rápida. Así, fijaron una fecha y un lugar y se separaron. La liebre, por su natural rapidez, descuidó el ponerse a la carrera, se tiró al borde del camino y se durmió. Pero la tortuga, consciente de su propia lentitud, no cesó de correr, y de este modo tomó la delantera a la liebre dormida y se llevó el premio del triunfo.

La fábula muestra que muchas veces el esfuerzo vence a la naturaleza descuidada.


La cigarra y la hormiga 
La historia "La cigarra y la hormiga" tal vez sea la más famosa y difundida fábula de Esopo. El relato es breve, de apenas dos párrafos, y presenta a dos animales antagónicos como personajes principales: la hormiga, símbolo de trabajo y empeño, y la cigarra, símbolo de la pereza y el descuido. Mientras que la hormiga trabajó arduamente durante todo el verano para abastecerse en invierno, la cigarra pasó el tiempo cantando sin pensar en el invierno que estaba por venir. 
En el invierno una hormiga sacaba a airear de su hormiguero el grano que había amontonado durante el verano. Una cigarra hambrienta le suplicaba que le diese algo de comida para seguir viviendo. «¿Qué hacías tú el verano pasado?», preguntó la hormiga. «No estuve haraganeando —dijo la cigarra—, sino ocupada todo el tiempo en cantar.» Riéndose la hormiga y guardando el grano dijo: «Pues baila en invierno ya que en verano tocaste la flauta.»

El león y el ratón
La fábula de "El león y el ratón" enseña al lector sobre el ciclo de la generosidad y del valor de la vida en comunidad. Cuando el ratón necesitó ayuda, el león lo ayudó. Tiempo después, cuando el león se encontró en apuros, el ratón estuvo dispuesto a ampararlo. La fábula exhorta a practicar el bien y enseña que un día podemos ayudar y otro podemos necesitar ayuda. 
Mientras dormía un león, un ratón se puso a corretear por encima de su cuerpo. El león se despertó y estaba ya a punto de devorar al ratón. Éste pidió que le soltara, diciendo que si le salvaba, se lo agradecería. El león sonriendo le dejó escapar. Pero poco después sucedió que el león se salvó gracias al ratón. Pues unos cazadores que lo habían apresado le ataron con una cuerda a un árbol, el ratón, al oír sus lamentos, acudió, royó la cuerda y cuando lo libró dijo: «Tú antes te reíste de mí porque no esperabas que yo te devolviera el favor; pero ahora sabes ya bien que entre los ratones hay agradecimiento.» 

La fábula muestra que en los cambios de fortuna los muy poderosos llegan a estar necesitados de los más débiles.


El lobo y el cordero
En el caso de la fábula "El lobo y el cordero", estos animales ocupan posiciones opuestas. Mientras que el cordero representa la inocencia y la humildad, siempre intentando justificar y resolver los problemas que se le presentan, el lobo es símbolo de la crueldad y la maldad. 
Un lobo que vio a un cordero en un río quiso comérselo con un pretexto verosímil. Por eso, aunque estaba río arriba, le acusó de revolver el agua y no dejarle beber. El cordero contestó que estaba bebiendo con la punta de los labios y que, además, era imposible que él, que estaba más abajo, agitara el agua río arriba. El lobo, como fracasó con su acusación, dijo: «Pero el año pasado tú insultaste a mi padre.» El cordero replicó que hace un año aún no había nacido. El lobo entonces le dijo: «Pues aunque te salgan bien tus justificaciones no voy a dejar de comerte.»

La fábula muestra que para los que tienen el propósito de hacer daño no vale ningún argumento justo.


La zorra y el cuervo 
Los zorros son uno de los animales más recurrentes en las fábulas de Esopo. Caracterizado por su astucia sin par, el zorro frecuentemente encuentra soluciones nada convencionales para conseguir sus objetivos. En el caso de la historia "La zorra y el cuervo", la zorra le roba al cuervo un pedazo de comida que este había robado primero. La historia enseña los peligros de la vanidad y la soberbia. 
Un cuervo que había robado un trozo de carne, se posó en un árbol. Y una zorra, que lo vio, quiso adueñarse de la carne, se detuvo y empezó a exaltar sus proporciones y belleza, le dijo además que le sobraban méritos para ser el rey de las aves y, sin duda, podría serlo si tuviera voz. Pero al querer demostrar a la zorra que tenía voz, dejó caer la carne y se puso a dar grandes graznidos. Aquélla se lanzó y después que arrebató la carne, dijo: «Cuervo, si también tuvieras juicio, nada te faltaría para ser el rey de las aves.»

La fábula vale para el insensato.


TIPOS DE DESCRIPCIONES y ejemplos


Las descripciones pueden referirse a personas, animales, objetos, lugares… Pero dentro de cada una existen una serie de categorías diferentes, cada una centrada en un aspecto descriptivo diferente.

PROSOPOGRAFÍA

La palabra prosopopeya viene del griego y significa “aspecto”. Sabiendo esto es bastante fácil deducir a qué se refiere esta disciplina. Es la descripción de los rasgos físicos del personaje, es decir, de su aspecto. Incluye únicamente aquellos elementos apreciables a simple vista, según su apariencia externa. Su ropa, su peinado, su constitución, su imagen…

ETOPEYA

Es la descripción de los rasgos psicológicos y morales del personaje. Engloba todo lo que es como individuo y como ser, desde su comportamiento hasta su carácter, pasando por su personalidad, moralidad, etcétera. Dicho de otro modo, la etopeya describe la apariencia interna del personaje.

RETRATO

 El retrato es una descripción que combina tanto las características físicas como las morales. En otras palabras, es una mezcla de la prosopografía y la etopeya.

CARICATURA

La caricatura se utiliza generalmente en el ámbito humorístico, consiste en una descripción de los rasgos exagerada donde se acentúan los defectos y se presenta al personaje como un individuo cómico.



EJEMPLOS DE DESCRIPCIONES
Ejemplos de descripciones en distintas obras literarias:

«Comienzo por los cabellos. ¿Ves tú las madejas de oro delgado que hilan en Arabia? Más lindos son, y no resplandecen menos. Son tan largos que le llegan hasta sus pies; después, trenzados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, que no hace más para convertir los hombres en piedras. […] Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alzadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labios, colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondez y forma de las pequeños senos, ¿quién te la podría figurar?, que se despereza el hombre cuando las mira. La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo oscurece la nieve, la color mezclada, cual ella la escogió para sí. […] Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos; las uñas en ellos largas y coloradas, que parecen rubíes entre perlas.»
La Celestina, de Fernando de Rojas


«Un hombre apareció en la esquina que el gato había estado observando, y lo hizo tan súbita y silenciosamente que se podría pensar que había surgido de la tierra. La cola del gato se agitó y sus ojos se entornaron. En Privet Drive nunca se había visto un hombre así. Era alto, delgado y muy anciano, a juzgar por su pelo y barba plateados, tan largos que podría sujetarlos con el cinturón. Llevaba una túnica larga, una capa color púrpura que barría el suelo y botas con tacón alto y hebillas. Sus ojos azules eran claros, brillantes y centelleaban detrás de unas gafas de cristales de media luna. Tenía una nariz muy larga y torcida, como si se la hubiera fracturado alguna vez. El nombre de aquel hombre era Albus Dumbledore.»
Harry Potter y la Piedra Filosofal, de J. K. Rowling


«Mientras hablaba, los caballos comenzaron a piafar y a relinchar, y a encabritarse tan salvajemente que el cochero tuvo que sujetarlos con firmeza. Entonces, en medio de un coro de alaridos de los campesinos que se persignaban apresuradamente, apareció detrás de nosotros una calesa, nos pasó y se detuvo al lado de nuestro coche. Por la luz que despedían nuestras lámparas, al caer los rayos sobre ellos, pude ver que los caballos eran unos espléndidos animales, negros como el carbón. Estaban conducidos por un hombre alto, con una larga barba grisácea y un gran sombrero negro, que parecía ocultar su rostro de nosotros. Sólo pude ver el destello de un par de ojos muy brillantes, que parecieron rojos al resplandor de la lámpara, en los instantes en que el hombre se volvió a nosotros. Se dirigió al cochero: “Llega usted muy temprano hoy, mi amigo”.»
                                                                                                                                                                               Drácula, de Bram Stoker

miércoles, 24 de octubre de 2018

SE ACERCA "HALLOWEEN", TIEMPO DE RECORDAR HISTORIAS DE MIEDO. SE ACERCA EL DÍA DE DIFUNTOS, TIEMPO DE OSCURIDAD E HISTORIAS DE TERROR. EN LAS BIBLIOTECAS PODÉIS ENCONTRAR ESTOS RELATOS INOLVIDABLES. AQUÍ TENÉIS UNA PEQUEÑA MUESTRA:






UNO DE ESOS RELATOS ES "EL ALMOHADÓN DE PLUMAS", DE HORACIO QUIROGA. TENED CUIDADO A LA HORA DE DORMIR... ¿DÓNDE APOYÁIS VUESTRA CABEZA?...

Horacio Quiroga
(1879-1937)

EL ALMOHADÓN DE PLUMAS
(Cuentos de amor, de locura y de muerte, (1917)


         Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
         Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
         La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
         En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.
         No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.
         Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.
         —No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja—. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada.. . Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.
         Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.
         Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.
         —¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
         Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.
         —¡Soy yo, Alicia, soy yo!
         Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.
         Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
         Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
         —Pst... —se encogió de hombros desalentado su médico—. Es un caso serio... poco hay que hacer...
         —¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
         Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.
         Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.
         Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.
         —¡Señor! —llamó a Jordán en voz baja—. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
         Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
         —Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
         —Levántelo a la luz —le dijo Jordán.
         La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
         —¿Qué hay? —murmuró con la voz ronca.
         —Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
         Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandos: —sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
         Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca —su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin dada su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.
         Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

miércoles, 17 de octubre de 2018


ESTAMOS TRABAJANDO EL "CANTAR DEL CID" EN 1º 

DE BACHILLERATO. LOS ALUMNOS HAN HECHO UN

 PEQUEÑO ESTUDIO DE DISTINTOS ASPECTOS DE 

ESTA OBRA FUNDAMENTAL DE LA LITERATURA 

ESPAÑOLA. AQUÍ OS DEJO UNA MUESTRA:




El camino del cid
El Cid es uno de los grandes mitos literarios españoles, el personaje literario está basado en un personaje histórico: Rodrigo Díaz, un guerrero castellano que vivió en el siglo XI.
La trascendencia del Cantar de mío Cid fue tan grande que durante mucho tiempo se creyó que lo que contaba el poema había sucedido en realidad. Y así, muchos viajeros desde el siglo XIX, comenzaron a seguir las huellas del Cid utilizando como guía el Cantar de mío Cid y fundiendo, de nuevo, la realidad con la leyenda.

EL DESTIERRO
Estatua del Cid, en Vivar del Cid (Burgos): desde aquí partió Rodrigo hacia el destierro, según cuenta el Cantar, "con lágrimas en los ojos" El Cid fue en vida un guerrero temido y un poderoso señor de la guerra con grandes aptitudes como estratega y como diplomático. Los apodos por los que es conocido los obtuvo por méritos propios: "Cid" proviene del árabe y quiere decir "señor"





Esta primera parte de la ruta del Camino del Cid cubre el viaje que realizó el famoso caballero desde Vivar del Cid (Burgos) hasta la villa de Atienza (Guadalajara).

TIERRAS DE FRONTERA
el Camino del Cid prosigue por los puntos que entonces delimitaban la frontera entre los dominios musulmanes y cristianos. Un territorio donde comenzó a forjar su leyenda guerrera el Cid Campeador. Comienza en Atienza (Guadalajara) y finaliza en Ateca (Zaragoza). Cuenta, además, un ramal que conduce de Villaseca de Henares hasta la ciudad de Guadalajara.
LAS TRES TAIFAS
El Cid logró reunir un ejército numeroso y fuerte, que se movía libremente por la zona de las taifas (reinos árabes) de Toledo, Zaragoza y Albarracín. El tercer tramo del Camino del Cid discurre entre las localidades de Ateca (Zaragoza) y Cella (Teruel), por las poblaciones que antiguamente quedaban enmarcadas en esos territorios.

              


LA CONQUISTA DE VALENCIA
Según el Cantar del Mío Cid, Cella fue el lugar elegido por el famoso caballero para reunir un ejército con el que conquistar la ciudad de Valencia. Este cuarto tramo del Camino del Cid recrea aquella aventura que comenzó en Cella (Teruel) y finalizó con la toma de Valencia.


LA DEFENSA DEL SUR
El quinto tramo de la ruta del Camino del Cid nos muestra los castillos y fortalezas levantadas por el Cid para defender el territorio conquistado en Valencia de los ataques almorávides. Un recorrido que nos llevará de la ciudad de Valencia a Orihuela, el punto más al sur hasta donde se extendió la influencia del célebre caballero medieval.
Cintia, 1º Bach.


MÉTRICA Y ESTILO DEL CANTAR DEL MÍO CID
El Cantar del Mío Cid es un Cantar de Gesta anónimo, el más antiguo conservado casi íntegramente. Narra las hazañas en los últimos años de vida de Rodrigo Díaz, el Cid Campeador, desde el momento en que cae en desgracia ante Alfonso VI hasta su muerte, pasando por sus momentos de mayor gloria. La versión conservada se cree que fue compuesta alrededor del año 1200. El cantar se divide en tres partes: 1º Cantar del destierro, 2º Cantar de las bodas y el 3º Cantar de la afrenta de Corpes. Métrica En el cantar los versos son irregulares, oscilan entre los 10 y 20 sílabas, aunque predominan los versos con 13,14 y 15 sílabas con hemistiquios de 6,7 y 8 sílabas, es decir, que el verso se divide en dos partes por una pausa en el centro . Los hemistiquios son casi siempre combinados de esta manera : 7+6 o 7+7 o 7+8. Los versos están agrupados por tiradas que hablan sobre una misma idea o un mismo tema y las cuales tienen una asonancia más o menos continua, es decir que mientras transcurren los versos la asonancia es más o menos igual. Suele cambiar cuando cambia la narración. (Algunos investigadores indican que se acentúa dos veces por hemistiquio)
"Yo ruego a Dios e al Padre spirital,
 vos, que por mi dexades casas y heredades,
enantes que yo muera algun bien vos pueda far,
 lo que perdedes doblado vos lo cobrar."


Estilo
 • El cantar se transmitía oralmente por juglares. • En muchos versos del cantar no hay narrador omnisciente, pero la narración la hace un personaje que ve lo que él mismo narra. • En el cantar se utilizan epítetos que facilitan al oyente las características de los personajes a los que se refiere por ejemplo: "Cid Campeador, el de la luenga barba...". • También se utiliza el estilo indirecto el cual da realismo. En ocasiones predominaban expresiones de los juglares para captar la atención del público como: "vos diré..." • Las figuras retóricas no son complejas y ayudan a aumentar el dramatismo. • El cantar tiene cierta importancia ya que, los personas y los lugares se pueden conocer en la historia y geografía. • Tiene un tono épico, las acciones que hace el Cid son comunes en un héroe, que defiende su honor y es presentado como una persona con muchas virtudes.
Carmen, 1º Bach.


DIFERENCIAS ENTRE EL CID HISTÓRICO Y EL CID LITERARIO

-¿QUIEN ERA EL CID?
 El famoso Cid Campeador fue Rodrigo Díaz de Vivar, caballero castellano leal a la corona de Castilla. Se ganó el título de Cid Campeador debido a sus numerosas victorias en combate, además se hizo con el dominio de su propia mesnada, conquistó Valencia y estableció allí un señorío independiente hasta el día de su muerte.

 -EL CID HISTÓRICO Rodrigo Díaz nació en Vivar una aldea de Burgos y la fecha de su nacimiento es desconocida. Era hijo de Diego Laínez, que destacó durante la guerra con Navarra librada en 1054, reinando Fernando I de Castilla y León. Rodrigo se crió como miembro del séquito del infante don Sancho, el primogénito del rey. Fue éste quien lo nombró caballero y con el que acudió al que posiblemente sería su primer combate, la batalla de Graus en 1063.

La imprevista muerte de Sancho II hizo pasar el trono a su hermano Alfonso, que regresó rápidamente de Toledo para ocuparlo. Rodrigo no dudó en prestar juramento al hermano de éste, Alfonso VI, de no haber participado en dicha muerte, como requisito para alcanzar la corona de Castilla y éste le entregó como esposa a una prima suya, Jimena Díaz. En 1079, Don Rodrigo fue enviado a Sevilla para cobrar las parias – tributo en razón del vasallaje que, anualmente, ese reino de taifa pagaba al rey castellano. Tuvo un enfrentamiento con un noble burgalés, quien, al regresar a Toledo, acusó al Cid de haberse apropiado de gran parte de los impuestos cobrados al rey al-Mu’tamid (1068-1091), lo que no era cierto. Sin embargo, sin recibir un juicio esclarecedor, el monarca castellano le desterró. El Cid, entonces, deja a su esposa en el monasterio de San Pedro de Cardeña, y se marcha en compañía de otros caballeros La imprevista muerte de Sancho II hizo pasar el trono a su hermano Alfonso, que regresó rápidamente de Toledo para ocuparlo. Rodrigo no dudó en prestar juramento al hermano de éste, Alfonso VI, de no haber participado en dicha muerte, como requisito para alcanzar la corona de Castilla y éste le entregó como esposa a una prima suya, Jimena Díaz. En 1079, Don Rodrigo fue enviado a Sevilla para cobrar las parias – tributo en razón del vasallaje que, anualmente, ese reino de taifa pagaba al rey castellano. Tuvo un enfrentamiento con un noble burgalés, quien, al regresar a Toledo, acusó al Cid de haberse apropiado de gran parte de los impuestos cobrados al rey al-Mu’tamid (1068-1091), lo que no era cierto. Sin embargo, sin recibir un juicio esclarecedor, el monarca castellano le desterró. El Cid, entonces, deja a su esposa en el monasterio de San Pedro de Cardeña, y se marcha en compañía de otros caballeros castellanos afines con sus correspondientes mesnadas. Después de haber sido rechazado en Barcelona, encontró el respaldo necesario en el reino taifa de Zaragoza, poniéndose al servicio del rey Ahmad I (1046- 1082), de la dinastía Hud, junto al cual combatió contra el Conde de Barcelona Berenguer Ramón II, el Fratricida (1082-1096), a quien venció e hizo prisionero en dos ocasiones (Almenara, 1082; y Tévar, 1090). El Campeador limitó sus planes a seguir cobrando los tributos valencianos y a controlar algunas fortalezas estratégicas que le permitiesen dominar el territorio, reedificó en 1092 el castillo de Peña Cadiella donde situó su base de operaciones No obstante, volvió al Levante y, como primera medida, puso cerco al castillo de Cebolla en noviembre de 1092. Se convirtió en el señor de Valencia, le imputó a la ciudad un estatuto de justicia equilibrado, restauró la religión cristiana y al mismo tiempo renovó la mezquita de los musulmanes, convirtiéndola en una catedral, se rodeó de una corte de cristianos, árabes y gentes eminentes en el mundo de las leyes. A finales de 1097 el Campeador ganó Almenara y el 24 de junio de 1098 logró ocupar la poderosa plaza de Murviedro, que reforzaba notablemente su dominio del Levante. Sería su última conquista, pues apenas un año después, posiblemente en mayo de 1099, el Cid moría en Valencia de muerte natural, cuando aún no contaba con cincuenta y cinco años (edad normal en una época de baja esperanza de vida).Aunque la situación de los ocupantes cristianos era muy complicada, aún consiguieron resistir dos años más, bajo el gobierno de doña Jimena, hasta que el avance almorávide se hizo imparable. A principios de mayo de 1102, con la ayuda de Alfonso VI, abandonaron Valencia la familia y la gente del Campeador, llevando consigo sus restos, que serían inhumados en el monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña. Acababa así la vida de uno de los más notables personajes de su tiempo, pero ya entonces había comenzado la leyenda.




-EL CID LITERARIO La figura histórica de Rodrigo Díaz de Vivar se convirtió en personaje literario en los mismos orígenes de la épica castellana. Aparece por primera vez en el llamado Cantar de Mío Cid, protagonizando una serie de hechos durante el reinado de Alfonso VI de Castilla. La proximidad en el tiempo y en el espacio a estos sucesos permitió al autor anónimo del poema presentar con gran fidelidad histórica la personalidad del héroe. Rodrigo es prototipo de vasallo fiel y sumiso a la voluntad del rey y al mismo tiempo un hombre enmarcado en el ambiente familiar, social y político de su época. Como guerrero lleva a cabo las mayores hazañas y como hombre de corte vela por el exacto cumplimiento de las normas jurídicas de su tiempo. Destaca sobre todo la dimensión humana del héroe, que acentúa el verismo del Cantar. El autor resalta en todo momento la humanidad del cid, su elevado concepto de la honra y del vasallaje y su proverbial mesura. Es un héroe equilibrado y sereno, grave y reposado, profundamente religioso, guerrero aventajado y excepcional sin salirse nunca de la medida humana. En ese sentido contrasta fuertemente con la idealización de los personajes de la épica francesa. Otros cantares de gesta más tardíos vuelven a tratar el tema cidiano. El Cantar de Fernando I, el Cantar de Sancho II y el Cantar del Cerco de Zamora, conocidos gracias a las prosificaciones de las crónicas, lo hacen de forma marginal, mientras que el llamado Cantar de las Mocedades del Cid, vuelve a tener a Rodrigo como protagonista. Este poema se aleja del verismo del viejo Cantar e introduce numerosos elementos de fantasía. En él aparece por primera vez el conflicto dramático entre Jimena y el cid, responsable de la muerte del padre de su futura esposa. El Romancero hace de las acciones del cid uno de sus temas favoritos. Los romances que tratan sobre este personaje son muy numerosos y la crítica los divide en tres grupos: romances de las mocedades de Rodrigo, del cerco de Zamora y del destierro. En general dan una visión del héroe bastante novelesca e idealizada, en la línea del Cantar de las Mocedades del Cid. Los que tratan del cid joven presentan un personaje altanero y soberbio que nada tiene que ver con el «mesurado» caballero del primer Cantar. No termina con la Edad Media la fortuna literaria del cid .El teatro español del Siglo de Oro, que tantas veces se inspiró en la tradición épica, lo tendrá presente en varias obras; así en la Comedia del Cerco de Zamora, de Juan de la Cueva y sobre todo en Las Mocedades del Cid de Guillén de Castro (1569-1631). Aunque el final es feliz, el nudo de esta comedia lo constituye la tensión dramática entre el amor y el deber del cid y de Jimena, envueltos en un conflicto de honor por la muerte, a manos de Rodrigo, del padre de aquella. En esta obra, Guillén de Castro lleva a cabo una verdadera dramatización de la materia épica, pues se inspira directamente en los romances. El mismo autor escribió después otra comedia, Las hazañas del Cid, inferior a las Mocedades. De ésta arranca la comedia del francés Corneille, Le Cid, que elimina bastantes episodios de la de Guillén de Castro; falta asimismo el ambiente épico, rico en lances, de la obra española. La literatura del s. XVIII apenas si repara en la tradición épica popular, si bien en el caso del cid la excepción es el poema de Nicolás Fernández de Moratín, Fiesta de toros en Madrid, en el que describe el valor y la gallardía del héroe al alancear un toro ante los sorprendidos ojos de los moros. Con el Romanticismo, la figura del cid adquiere mayor significación literaria, tanto en obras de creación como en estudios críticos sobre el personaje. La crítica romántica acentúa el carácter popular de la épica española y resalta de nuevo el valor del Cantar y del Romancero del Cid. En España tratan el tema autores como Zorrilla, Hartzenbusch y posteriormente Fernández y González (1821-88) y Eduardo Marquina, cuya obra, Las hijas del Cid se inspira directamente en el Cantar. En la literatura extranjera cabe citar, entre otros autores, a Victor Hugo, Leconte de Lisle (1818-94) y José María de Heredia, que escribieron poemas sobre el Cid, y a Delavigne (1793-1843), autor de la tragedia Las hijas del Cid.
-DIFERENCIAS A pesar de que el Cid es un personaje histórico real, en el Cantar está divinizado. Por lo tanto entre su vida y el Cantar del Mío Cid hay grandes diferencias. Y estas diferencias no hacen más que engrandecer a la persona del Cid.
-OPINIÓN Para algunos el cid puede llegar a ser un símbolo nacional en España, pero a mí me enseña cómo a pesar de tener a mucha gente en su contra supo vencer los obstáculos que se le ponían por el camino y se volvió un héroe. Es uno de los grandes personajes de su época.
Sandra, 1º Bach


PAPEL DE LAS MUJERES EN EL CANTAR DEL CID
Las mujeres que desempeñan un papel en la obra son tres: 
-Doña Jimena, mujer del Cid 
-Doña Sol y doña Elvira, hijas del Cid 
Como todo está centrado en la figura del Cid, las mujeres tienen una función accesoria y son funcionales a los objetivos del protagonista y del poeta. El héroe, a través de las hijas, logra obtener una posición económica y social mejor; el cantor se sirve de los personajes femeninos para enaltecer la figura del protagonista. 

El autor nos enseña los aspectos domésticos y familiares de la vida del héroe para subrayar su humanidad. No es casual que la acción central consista en el primer casamiento de sus hijas, que causará la venganza del Cid y nuevas bodas más ventajosas. Estos aspectos sirven también para crear una impresión de verosimilitud a nivel humano, que se relaciona con el concepto de “historicidad”. El poeta juega con las emociones para conmovernos y hacernos participar, llevándonos a una identificación emocional con los personajes. Por esto, las primeras bodas, la afrenta de Corpes, el juicio y los duelos (que casi van formando un clímax) representan el núcleo dramático de la historia. 

Muchas veces se cuentan los acontecimientos a través de los ojos de doña Jimena y de sus hijas (por ej. la entrada en Valencia). Se utiliza este artificio para subrayar momentos de gran dulzura y poesía, delicados y sugestivos, pero también porque los ojos de las mujeres son más sensibles y por esto todo se hace más grande, aun (y sobre todo) la figura del Cid. Además, las tres mujeres se impresionan mucho porque ven por primera vez una ciudad mora y, sobre todo, el mar, que para ellas tiene un valor exótico: esto nos da la idea de la imposibilidad para las mujeres medievales de moverse y viajar. En particular, al entrar en Valencia, los ojos tienen también otro valor: son los primeros ojos de mujeres cristianas que los hombres de la ciudad mora ven después de mucho tiempo.


Doña Jimena 

Todos los gestos del Cid hacia su familia, aun los más naturales, son enfatizados: así el hecho de que él deje toda su ganancia a la mujer antes de irse al exilio es considerado como un gesto de gran merced. Jimena, en este sentido, desempeña un papel muy importante, sobre todo con su conmovedora plegaria en la iglesia antes de que el Cid se marche. En su “Credo”, Jimena relaciona nuestro héroe con un ángel y coloca toda su acción en un plano universal, deseado por Dios y enaltece su figura a nivel sagrado.


Las hijas


También doña Elvira y doña Sol son utilizadas muy bien por el poeta, en su intención de subrayar las calidades humanas del protagonista. Las dos hijas son obedientes y son consideradas “peones en la lucha para el poder”. El Cid siente por ellas la ternura de un padre, pero las mueve como juguetes en el tablero de la guerra, como cualquier señor medieval hacía con sus mujeres.

Y en esto el Cid no tiene ninguna actitud especial o sagrada. Esto se puede ver muy claramente en las bodas de doña Elvira y doña Sol: 
· Sobre ambas bodas, el padre expresa dudas, no por la posible infelicidad de las hijas, sino porque hay diferencias sociales

 (el Cid pertenece a los infanzones, la categoría más baja de la nobleza)
· La ofensa de Corpes es considerada más como un daño económico y social del Cid que de las hijas, a pesar de que hayan sido físicamente maltratadas y abandonada por los maridos.
· Las segundas bodas se valoran sólo por la posición social, sin considerar la felicidad de las hijas y el fracaso de las primeras bodas, que fueron decididas de la misma manera. 

Los primeros maridos tratan a Elvira y a Sol como objetos, ya que son socialmente inferiores y los maridos se sienten autorizados a maltratarlas. No las matan, pero les dejan cicatrices como signo perpetuo de la ignominia, como si fueran criminales. El Cid no se desespera por esta ofensa, porque ve la posibilidad de venganza y de mejores bodas. El interés económico y social está por encima de todo y las mujeres son objetos sin valor, juguetes en las manos de una sociedad de carácter fuertemente “machista”. 

En definitiva, las mujeres en el Poema de mio Cid son prototipos femeninos típicos del Medioevo: son pasivas, raras veces tienen voluntad propia y siempre tienen que obedecer a su señor.


Actualmente parece que hemos avanzado mucho, o eso es lo que se quiere hacer ver ya que hemos salido de una época en que la mujer no tenía derecho ni si quiera a trabajar, y por fin se ha incorporado al mercado laboral. Pensamos que es suficiente con haber llegado hasta aquí ya que aparentemente es un signo de igualdad pero nos encontramos con más obstáculos como por ejemplo que nuestro salario sea menor que el de nuestros compañeros. El machismo se encuentra presente también en la publicidad asignando una serie de tareas por el género del que se trate, y lo peor de todo ya no es un simple anuncio ,si no a quien le asociamos estos papeles en nuestra vida diaria. En definitiva ser hombre o ser mujer no lleva consigo unas características predeterminadas que cada género deba cumplir, o unas etiquetas de cómo debemos ser, en sociedad deberíamos ascender por nuestros méritos y partir de una base igualitaria para ambos géneros. 

María G., 1º Bach.


LOS ENEMIGOS DEL CID

En este trabajo voy a hablar y a describir un poco cuales fueron los enemigos del cid.
Principalmente nombra a cuatro personas o grupos que son los enemigos del cid 4,los cuales son:
*Garcí Ordoñez
*Los infantes de Carrión
*Conde de Barcelona
*Los Árabes
*Otros

      GARCÍ ORDOÑEZ
     También conocido como García Ordoñez , este aparece como enemigo principal 
      del Cid. Garcí Ordoñez siempre se mostraba receloso por el incremento de
      poder del Cid. Ordoñez no soporta el aprecio de Alfonso VI hacia el Cid y a raíz de 
      ello Garcí Ordoñez busca siempre el mal. Es uno de los provocadores del destierro.
       *El conde de Nájera
       *"Conde don García"
       *Aristócrata
       *Quiere deshonrar al Cid ante el rey


    LOS INFANTES DE CARRIÓN
      Fernán González y Diego González. Eran más nobles que ricos, ambos tienen
        gran influencia en la corte y no simpatizan con el Cid. Los infantes de
        Carrión son parientes de García Ordóñez .
        En la primera intervención en la que los infantes de Carrión aparecen en el
        cantar se nos presentan como ambiciosos6 ,desaprensivos, clasistas e intrigantes.
        *Codiciosos, traicioneros y cobardes.
        *Representan los valores opuestos a los amigos del Cid.
        *Se casan con los hijos del Cid.

 ALFONSO VI
      
       -Destierra al Cid de su reino de Castilla.
       -Manda que las hijas del Cid se casen con los Infantes de Carrión.

RAMÓN BERENGUER II

    -El conde de Barcelona.
    -El Cid le cautiva.

REY YUSUF
   -El rey de Marruecos.
   -Ataca la ciudad de Valencia.

REY TAMÍN  
     -Rey de Valencia.
     -Ataca al Cid , porque el invade una de sus ciudades.



GONZALO ANSÚREZ
-Padre de los infantes de Carrión.

 ÁLVAR DÍAZ
   -Aliado con García Ordoñez


MARTA, 1ºBAC.

CARACTERIZACIÓN DE JUDÍOS, ÁRABES Y CRISTIANOS EN EL CANTAR DEL MIO CID
Los judíos
• La participación de los judíos en esta obra está muy poco valorada ya que su presencia en el verso es muy irrelevante. Pero gracias a pequeños datos que nos aporta la obra podemos saber algunos datos de estos en esta época.
• Los judíos llegaron a España con la invasión mora y se establecieron en diferentes partes del sur de España.
• Durante el reinado de Abderramán I, tuvieron una participación en la vida cultural, política y pública. Además estos tuvieron una gran actividad económica importante.
• Los judíos aprovecharon las facilidades del comercio y se beneficiaron por el Camino de Santiago el cual era conocido como el camino de los judíos.

Los árabes
La obra de la literatura española que cuenta las historias del héroe castellano, fue escrita por un poeta árabe según opinan academias españolas. Hay un pacto entre ellos confirman algunas personas en el cual el poeta escribe la obra para inmortalizar al Cid y este se compromete a respetar las creencias musulmanas de Valencia.
• Estos son claramente enemigos del Cid en la obra, contra ellos, tiene dos objetivos: Conseguir botín para mantener a su hueste y hechos gloriosos para recuperar su honra. Se enfrenta el Cid a los árabes en varias ocasiones como por ejemplo en la toma de Castejón, la toma de Alcocer o la toma de Valencia…
• Su célebre espada llamada Tizona era propiedad del rey Bucar que se la arrebató en la defensa de Valencia y su el caballo del Cid, Babieca, también lo gana en lucha contra los árabes pero se desconoce cuándo fue.
• En la historia real, señores árabes fueron servidos en más de una ocasión por el Cid y se destacan los servicios a la taifa de Toledo.


Los cristianos →
• La religión católica es la destaca principalmente en esta obra.
• Creían en la vida eterna después de la muerte en el paraíso o cielo.
• Se menciona a Dios como creador y padre glorioso, rey de reyes.
• Había un conflicto entre los árabes y ellos.
• El Cid y los españoles eran muy fieles al cristianismo pero a pesar de su gran fidelidad tenían agüeros.

Alberto, 1º Bach.