TEXTO NARRATIVO DE MIGUEL, DE 1º BACH-C
Asdfg
Por Miguel Espinoza Díez
David se levantó esa mañana con mal cuerpo. En
su habitación hacía un frío horrible y ni siquiera los calcetines le protegían
del congelado suelo, lo cual por tonto que le pareciera, hacía el despertar más
difícil. Se puso las zapatillas y mientras recorría el pasillo con dirección a
la cocina, veía como su familia se preparaba en el baño y sus habitaciones.
Todo se veía normal y tranquilo, pero no sabe si fue porque estaba el cielo
nublado o por otra cosa, pero sentía que no era el único que quería quedarse en
la cama.
Cogió la mochila, el abrigo, la mascarilla, la
mascarilla de repuesto, el desinfectante, el desinfectante de repuesto, las
llaves, los cascos, guantes por si tenía que tocar algo infectado (o eso decía
su madre) y salió a la calle. Todo estaba oscuro: el cielo, el horizonte y las
personas que se cruzaba. –Creo que ellos también quieren estar en la cama– se
decía al pasar a su lado. –¿He hecho los deberes de Historia? Sí. ¿Los de
Griego? También. ¿Los de…? Bueno ya me da igual– Al ver la puerta del
instituto, dejó de pensar en todo y prefirió prepararse mentalmente para las
clases.
Sentándose en su sitio, vio llegar a la
profesora con libros en la mano y más ganas de estar en la cama que el resto de
la clase. La profesora pasó lista, sacó sus esquemas y siguió explicando las
características de algo de lo que tendría que preocuparse David por la tarde,
pues en ese instante no se enteraba de nada. En las clases solo le importaban
dos cosas: que no se le empañaran las gafas con la mascarilla y soportar el
frío que entraba por la ventana. –Si en octubre estoy así, en diciembre me voy
a convertir en un helado– pensó mientras veía como la profesora se ponía a
discutir con un alumno de política. –Otra vez– dijo David –Después se queja de que no
terminamos los temas a tiempo–. La mañana pasó como siempre lo hacía: gris,
fría y sin poder tocar ni compartir nada. –Que harto estoy de la
pandemia–reflexionó en otra clase –Me acuerdo cuando a principios de cuarentena
salieron fotos de diferentes lugares en los que parecía que la contaminación
había disminuido y ahora estamos peor que nunca– Terminaron las clases y volvió
a clase hablando con sus amigos. –¿Qué vais a hacer esta tarde?– preguntó su
amigo Antonio. – Yo estudiar– dijo Marcos –Y yo– dijo Felipe –Que otra cosa nos
queda…– dijo Francisco mirando al suelo. –Pues este finde podríamos hacer algo–
exclamó David en voz alta intentando animar al grupo. –Solo quedamos para tomar
pipas, sentarnos en un banco o discutir por cualquier cosa– dijo Mario en un
tono enfadado –Para eso me quedo en mi casa–. A todo el grupo les molestó el
comentario, pero sabían que era verdad y prefirieron suspirar y seguir andando.
–Pues mi primo está confinado porque puede que de positivo– dijo Marcos
queriendo cambiar de tema, pero nadie reaccionó. –Que novedad, una persona
cercana con Covid– suspiró Marcos.
Al llegar a casa, David comió y se puso a
hacer deberes. Por el grupo de clase todo el mundo preguntaba por deberes o
exámenes próximos. Apagó el móvil y terminó todo lo que pudo. La tele estaba
puesta a todo volumen y David se enteraba más de los problemas del congreso que
de sus propios pensamientos. Llegó a la conclusión de que no iba a poder
estudiar ese día. –¿Por qué lo dejo todo para el final? No quiero, pero tampoco
tengo incentivo para seguir–. Era tarde. Se metió en la cama. –Espero que
mañana el día sea mejor–.
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