TEXTO NARRATIVO DE ADRIÁN, DE 1º BACH-A
Era un día frío de diciembre, y una panda de delincuentes
andaban por un cementerio buscando joyas en las tumbas más antiguas, lo que
nunca pensaron es que sus propios dueños fueran a pedirles devolvérselas. Estaba
a punto de amanecer en aquel lugar, a lo alto de una colina en un viejo bosque
muy abandonado, y como era de esperar los ladrones que profanaban tumbas debían
largarse ya, pero de repente las cosas empezaron a complicarse bastante.
Resulta que su labor era tan sencilla como quitarle el caramelo a un niño, se
trataban de cadáveres, no se opondrían pero……… ¿y si sí?
Una de las últimas tumbas que estaban intentando forzar
resultaba especialmente tenebroso, transmitía el miedo en el cuerpo solo con
verla de lejos y al acercarse olía como si cien pares de huevos podridos
estuvieran descomponiéndose. Cuando estaban forzando la placa de piedra con una
palanca de hierro oxidada que llevaba el jefe de la banda, empezaron a oír
ruidos algo preocupantes, como si de cincuenta personas acercándose a ellos se
tratase, ¡y así era! Habían olvidado que era la noche de los muertos y la gente
solía ir a ver a sus difuntos familiares y queridos antepasados, todos ellos
venían furiosos, sabían que habían entrado en las tumbas de sus seres queridos
y lógicamente les había sentado muy mal, así que para darles una lección de
moralidad y de respeto, no solo les dieron una buena paliza si no que
decidieron obligarles a dormir toda la noche cada uno en una tumba diferente de
todas las que habían robado. Los ladrones asustados ante tanta gente furiosa
aceptaron el castigo y se tumbaron en los ataúdes. A la mañana siguiente los
familiares volvieron para sacar a los ladrones y entregarlos a la justicia
local, pero para su sorpresa, ya no estaban en las tumbas en las que los habían
encerrado, ¡sino que aparecieron colgados en las ramas de un viejo árbol que
había en la entrada del cementerio!
Siempre perdurará la duda, ¿aquel día algún poder divino hizo
justicia?
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