Y sonó el despertador de lo que iba a
ser un mal día, casi un mes después tocaba volver a la rutina de
madrugar a diario para volver a las clases. No quería despertarme
pero tanto mi madre como mi hermana insistieron en que lo hiciera.
-¡Despierta ya!- gritaba mi madre
desde el otro extremo de la casa.
A duras penas logré llenarme de valor
para salir de la cama, tenia el desayuno preparado encima de la mesa,
como era costumbre todos los días que había clase, desayuné junto a
toda mi familia. Fue un desayuno mas bien aburrido y poco animado,
casi sin conversación, lo único que se oía con claridad era la
televisión que como también es costumbre estaba puesta en el mismo
canal y el mismo programa que todas las mañanas de los días de
diario.
Después de el desayuno era hora de
salir de casa en dirección al instituto, agarré mi mochila con fuerza y baje por
las escaleras hasta llegar al portal, en la puerta, como cada mañana,
estaba mi compañero de clase con el que siempre mantenía
conversaciones muy animadas en el camino de ida y vuelta del
instituto, esta vez tocaba contarnos hasta el mas mínimo detalle de
como habían sido las vacaciones.
-¡Han sido las mejores vacaciones de
mi vida!- comenzó el con una voz entrecortada de la emoción.
-¿Y eso?- Le respondí
-Nunca antes había podido disfrutar
tanto como lo he hecho estas vacaciones, he visto muchos lugares
nuevos, he conocido gente nueva y he disfrutado mas de la que ya
conocía.
Así continuó la conversación hasta
llegar a clase, fuimos hasta el segundo piso donde ya nos esperaban
el resto de compañeros de clase unos con unas caras notablemente mas
cansadas que otros. Entramos a clase y ahí comenzó realmente
nuestra dura mañana. Era la misma clase de siempre pero la recordaba
con colores mucho mas vivos, el blanco de la pared parecía cualquier
color excepto blanco ya que estaba repleta de manchas de bolígrafo y
rotulador, en ese momento el profesor dijo: “sacad los libros y los
cuadernos, es hora de empezar la clase”. A partir de ahí el
tiempo empezó a pasar mucho mas despacio, es mas, estaba totalmente
seguro que se había detenido.
Tras una larga mañana de clases tocaba
volver a casa. Al llegar la comida estaba ya preparada, toda la
familia nos reunimos y empezamos a comer y a charlar animadamente
sobre como había sido nuestra mañana, al terminar de comer limpiamos la mesa entre mi hermana y yo.
Después de hacer los deberes era
momento de descansar y relajarse viendo la televisión y casi sin
darnos cuenta era la hora de irse a dormir y eso hicimos.
Volví corriendo a mi cama para
recargar las pilas para un largo día que también me esperaba mañana,
casi sin darme cuenta cerré los ojos y dormí durante toda la noche.
Alejandro García García.
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