Está oscuro, no consigo ver nada. Pestañeo un par de veces
para intentar adaptarme a la oscuridad pero no sirve. El corazón me late tan
fuerte que noto como la sangre
bombea en mis oídos, lo demás todo es
silencio. No sé si estoy sola ni como he llegado a donde quiera que esté,
aunque medito que resultaría más aterrador, el hecho de estar sola o que haya
alguien o algo conmigo. Descarto ambas ideas, tengo que salir de aquí, a pesar de
no discernir si estoy encerrada o al aire libre. Hace un tiempo glacial y por
primera vez desde que estoy en este siniestro lugar escucho algo, el viento
soplando, eso hace que me de más frío y empiezo a tiritar. Estoy muerta de miedo
y de frío, intento rememorar algo del pasado que me de una pista de por qué
estoy aquí, pero no consigo recordar absolutamente nada, mi mente está tan
vacía y negra como el lugar donde me encuentro. Sigo totalmente quieta, tengo
el presentimiento de que si me muevo podría caerme, como si todo estuviera
lleno de profundos barrancos, me agacho y toco el suelo, es liso, suave y frío,
como el cristal. Me decido a dar un paso, luego otro y otro, al menos parece
seguro pero no se a dónde dirigirme. Todo esto es muy desconcertante, “quiero
volver” pienso para mis adentros, pero volver a dónde todo lo que yo pueda
recordar está vacío y aparece en mí una intensa oleada de inseguridad, sin
embargo el miedo del principio
desaparece poco a poco. No consigo recordar quién soy ni de dónde vengo, me
siento fuera de lugar en todos los aspectos. Mis cavilaciones son interrumpidas
por un grito que retumba en la penumbra. Es un grito horrible, de dolor inmenso
que me corta la respiración y me para el corazón. Reconozco la voz. Es él, esta
sufriendo, ¿que le están haciendo? Corro dirección al grito desesperada, ardo
de rabia y temor por lo que le pueda estar pasando, a pesar de no poder ponerle
nombre a la voz siento que tengo que protegerle. Otro grito. Esta vez más
aterradoramente ensordecedor que el anterior y corro más deprisa, no hay forma
de saber si voy en la dirección correcta, pero en mi mente no hay lugar para
razonamientos, lo único que quiero es hacer cesar esos gritos, no soporto oírle
así. Sigo corriendo y corriendo, el lugar donde estoy no parece tener fin y
ansío encontrarle. Me mantengo con la respiración entrecortada y mi corazón se
acelera con cada zancada, latiendo de manera desgarradora, no aguanto un segundo más sin saber si está a
salvo, de algún modo mi bienestar depende íntegramente del suyo. Lo necesito.
Lo amo. Me paro en seco… lo amo. Otro grito, y, a pesar de que yo creía no
poder correr más rápido de lo que lo estaba haciendo anteriormente salgo
completamente disparada, ahora entendiendo el porqué esta necesidad de protegerlo,
y surgen de mis ojos lágrimas de impotencia viendo que no puedo.
-Tranquila mi vida, despierta, sólo es un sueño.- me dice
una dulce voz susurrándome al oído mientras me mece en sus brazos, es la voz
del grito. Me despierto sobresaltada, mareada debido al ritmo de mi
respiración, llorosa y con el corazón prácticamente saliéndose de mi pecho.
Está bien, está conmigo, todo ha sido un mal sueño. Y por primera vez en lo que
me parecen horas suelto todo el aire contenido. Está bien, está conmigo, me repito
una y otra vez y le abrazo fuerte.
María Martínez García 1ºCTC
Muy bien, un 8.
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