sábado, 17 de noviembre de 2018


Una autopista mortífera para los animales
Siempre que Wagner Fischer conduce por alguna autopista, se fija en los animales atropellados.

Cuando era estudiante de posgrado en los noventa, Fischer —ahora biólogo en la Universidad Federal de Mato Grosso del Sur— viajó por el Pantanal de Brasil, un humedal tropical de agua dulce que se extiende por 340.000 kilómetros cuadrados: es el más grande del mundo. Desde su motocicleta vio monos que se balanceaban en los árboles ubicados en el borde del camino y roedores capibaras o carpinchos que dormían sobre el acotamiento. Iba en busca de murciélagos pescadores, el tema de su investigación de posgrado. Sin embargo, lo que lo dejó fascinado y consternado fue la masacre que presenció a lo largo de la carretera: caimanes, anacondas, cigüeñas de cuello negro llamadas jabirús e incluso un oso hormiguero gigante cuyo osezno, agarrado de su lomo, aún seguía vivo.

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La principal arteria de la región, la BR-262, es un largo tramo de asfalto que atraviesa una zona verdosa para comunicar las ciudades en crecimiento de Campo Grande y Corumbá, a más de 400 kilómetros de distancia entre sí. Fischer comenzó a tomar miles de fotografías y a registrar a las especies muertas que había a lo largo de la carretera. Compartió sus resultados inéditos con otros investigadores y con funcionarios de gobierno.

Finalmente lo ha hecho, dos décadas después. Su artículo, publicado el 19 de octubre en la revista CheckList, un medio digital sobre biodiversidad, es un recuento macabro. De 1996 al año 2000, Fischer contó 930 animales muertos que pertenecían a 29 especies de reptiles y 47 especies de aves. El conteo de mamíferos, que registró aparte, se publicará pronto; incluye más de 2200 ejemplares. Su estudio inicial, desde antes de que fuera publicado, dio lugar a otras investigaciones similares y todas ellas confirmaron la conclusión inicial de Fischer: para la fauna silvestre, la carretera BR-262 es la más mortífera de Brasil y una de las más mortíferas del mundo.

La autopista surge casi de la nada entre los pantanos que la rodean por lo que, según explica Fischer, “es una trampa para la fauna, que no sabe del riesgo”.

Noticia de Alberto Córcoles, 1º C.

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