jueves, 6 de marzo de 2014

Miguel de Cervantes y la batalla de Lepanto



Miguel de Cervantes se va a Roma después de que le culpen en un documento por herir en duelo a Antonio de Sigura, un maestro de obras que se había convertido en intendente de las construcciones reales, pues era condenado a que le cortaran públicamente la mano derecha y a ser desterrado del reino por diez años.
Pasa unos meses allí al servicio del joven cardenal Acquaviva, como se hace saber en la dedicatoria a La Galatea.

Juntando a esto el efecto de reverencia que hacían en mi ánimo las cosas que, como en profecía, oí muchas veces decir de V. S. Ilustrísima al cardenal de Aquaviva, siendo yo su camarero en Roma [...].

En el verano del año 1571 aproximadamente se alista en la compañía de Diego de Urbina, ya estando en ella su hermano Rodrigo. 

La Liga coordinada por el Papa Pío V y en la que la Armada Española participaba, salió de Mesina con dirección al golfo de Lepanto el 16 de septiembre de 1571para combatir la amenaza del imperio turco, que ya tenía a Chipre en su poder,  y Miguel de Cervantes se embarcó  en la galera Marquesa para combatir en la batalla de Lepanto.
La batalla de Lepanto comenzó el 7 de octubre y se considera la batalla naval más sangrienta de la historia, la cifra de naves y hombres que articiparon en ella es asombrosa. Ganaron los cristianos y así se rompió con la hegemonía naval turca en el Mediterráneo. 
A Miguel de Cervantes se le asignó el puesto de combate situado en la popa del navío y particularmente peligroso; allí recibió dos disparos de arcabuz en el pecho, y un tercero que le hizo perder el uso de mano izquierda. Esto le valió posteriormente el sobrenombre de “El manco de Lepanto”, pero a él no le importaba, pues estaba  muy orgulloso, como cuenta en el prólogo al Quijote de 1615:

Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se cobraron; que el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga; y es esto en mí de manera, que si ahora me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella.

Tras recuperarse de sus heridas en Mesina Cervantes continuó participando en acciones militares por don Juan de Austria en Navarino, Corfú y Túnez. Su estancia en Italia le dejó muy marcado y es allí donde suceden muchas de sus novelas. Cuando decidió regresar a España, pues así se le daría premio de sus servicios, fue apresado por los turcos. 

El 26 de septiembre de 1575 la galera El Sol, en que él viajaba, fue tomada cerca de costas catalanas por Arnaut Mamí, un corsario. Quedó retenido en Argel durante cinco años.
 
En cuanto a mi opinión, considero a Cervantes no sólo un gran autor cuya obra es mundialmente conocida, sino además un hombre que no tuvo una vida fácil, como se podría pensar a simple vista, sino que tuvo que superar muchas dificultades y quedó marcado en varios tramos de su vida por distintas razones y distintos momentos que sufrió, y todo esto está reflejado en sus obras si nos detenemos a leerlo más minuciosamente. Para mí también fue un hombre valiente, luchador, no sólo un simple escritor de letras y armas.

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