jueves, 19 de diciembre de 2019


ESPEJO MANCILLADO







Mi infancia como un lúcido cometa,
y no poco lento que fue;
mi juventud, ¡Ay mi juventud! Que aún
perdura en mi interior, en mi corazón,
mi alma.


Mucho amé lo que en antaño odié,
pues profundo era el miedo de caer en sus garras,
más caí enamorado de un ángel,
y era yo el que no soltaba.


Sintiéndolo en el alma o
siendo agradecido, puedo afirmar que la guerra
nunca puso fin, y el pueblo unido
jamás volverá a estar.


Soy no más que un hombre no simple,
amo las cosas bellas, y odio las
 menos agraciadas, por eso ella,
es mi obra de arte.


En ocasiones me cuestiono que hay más allá,
más allá de lo negro según la noche o
lo claro según el día, sin duda, hay algo,
pero no me interesa descubrir el que.


La muerte como un reflejo, un
 tenue reflejo en un espejo mancillado,
 intento mirarme en el, pero no reconozco el
rostro, pues mi vida también está mancillada.

“Por Antonio Rodenas González”

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