ESPEJO MANCILLADO
Mi infancia como un
lúcido cometa,
y no poco lento que
fue;
mi juventud, ¡Ay mi
juventud! Que aún
perdura en mi
interior, en mi corazón,
mi alma.
Mucho amé lo que en
antaño odié,
pues profundo era el
miedo de caer en sus garras,
más caí enamorado de
un ángel,
y era yo el que no
soltaba.
Sintiéndolo en el
alma o
siendo agradecido,
puedo afirmar que la guerra
nunca puso fin, y el
pueblo unido
jamás volverá a
estar.
Soy no más que un
hombre no simple,
amo las cosas bellas,
y odio las
menos agraciadas, por eso ella,
es mi obra de arte.
En ocasiones me
cuestiono que hay más allá,
más allá de lo negro
según la noche o
lo claro según el
día, sin duda, hay algo,
pero no me interesa
descubrir el que.
La muerte como un
reflejo, un
tenue reflejo en un espejo mancillado,
intento mirarme en el, pero no reconozco el
rostro, pues mi vida
también está mancillada.
“Por Antonio Rodenas González”
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