Los 12 trabajos de
Hércules
Los doce trabajos de Hércules, o Heracles, son una serie de arcaicos episodios relacionados
por una narración continua posterior. Los enfrentamientos individuales de éste
con varios animales le sitúan antes de la literatura griega y los temas
orientales, aduciendo también la serpiente con siete cabezas de Ugarit y el Antiguo Testamento. El establecimiento de
un ciclo fijo de doce trabajos era atribuido por los griegos a un poema épico
(hoy perdido) escrito por Pisandro de Cámiros, quizás sobre el 600 a. C.
(Burkert).
Tal como se conservan, los trabajos de Heracles no se narran en
ningún lugar único, sino que deben ser recompuestos a partir de muchas fuentes.
Ruck y Staples (pp. 169-170) aseveran que no hay una forma única de interpretar
los trabajos, pero que seis estaban situados en el Peloponeso, culminando con la rededicación de Olimpia y los otros seis, parte de la misma secuencia, llevaron al
héroe mucho más lejos. En cada caso, el patrón era el mismo: Hércules era
enviado a matar o conquistar, o a buscar para el representante de Hera Euristeo un animal o planta mágicos. «Todos los lugares
seleccionados eran previamente baluartes de Hera o de la “Diosa” y Entradas al
Otro Mundo»
Como ejemplo de uno de esos 12 trabajos yo pongo: El toro de
Creta.
Toro
de Creta
El Toro de Creta es
un animal de la mitología griega.
El séptimo
trabajo de Hércules consistió
en capturar un toro que causaba estragos en Creta.
Este toro es el que Poseidón hizo
salir del mar cuando el rey Minos prometió ofrecer un sacrificio al
dios; pero Minos lo encontró tan esplendoroso que lo incorporó a sus rebaños
como semental en
vez de sacrificarlo y el dios, enfurecido, hizo que la reina Pasífae se
enamorara del animal y concibiera de él un híbrido, el Minotauro, tras
lo cual hizo enloquecer al toro.
Así pues, Hércules se presentó
a Minos, que le autorizó para capturar con sus propias manos al toro cretense,
si podía. Heracles consiguió dominar al animal y lo condujo, a través del mar Egeo, hasta Micenas. Euristeo,
al ver al hermoso animal, lo quiso ofrecer en sacrificio a Hera, pero la diosa lo rechazó al ver la ferocidad del toro,
por lo que Euristeo lo dejó libre.
El toro causó estragos allá por donde pasó.
Atravesó la Argólide, cruzó el istmo de Corinto hasta que
finalmente el héroe ateniense Teseoconsiguió matarlo con su espada en la llanura de Maratón (cerca de Atenas).
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