domingo, 30 de marzo de 2014

Trabajo I

Relato  propio:    EL Cedro rojo 

 Era un caluroso día de verano en Filmur, un pequeño pueblo a las afueras de la ciudad, conocido por sus verdes colinas y refrescantes árboles. A la sombra de  un cedro rojo descansaba una niña abrazada con fuerza a su osito de peluche, un poco sucio y viejo. Ella se llamaba perla y su acompañante William Bel Robert.
La pequeña Perla tenía  el pelo rojo y rizado a la altura de los hombros, su piel blanca y delicada resaltaba sus grandes ojos azules y su dulce sonrisa. Se observaba en ella una diminuta herida en el labio y  un par de moratones en los  brazos. Aunque Perla era una buena chica, tierna, simpática y muy inteligente siempre estaba sola, bueno “sola”, solía estar acompañada por su amigo William.
 A diferencia de otras tardes, hoy había perdido la noción del tiempo, eran las cuatro y cuarto de la tarde y  llegaba con media hora de retraso a casa de su padrastro Phil.
Al entrar en casa, Phil estaba muy enfadado y empezó a gritarla.
-                        -  ¿Quién te piensas que eres, la reina de la casa?- gritaba.
-                         -  No Phil…- susurró titubeando- es que… estaba visitando a papá.
 -¿Y quién te ha dado permiso para que fueras? Dijo, mientras la cogía fuertemente por el brazo
- Pero… Phil es mi padre, le echo de menos- decía entre sollozos.
- El hace mucho que ha muerto, y ahora tu padre soy yo y vas a aprender a respetarme- y le da una bofetada.
Con lágrimas en los ojos Perla sale corriendo de su casa con  William en sus brazos, no podía parar de pensar en aquella bofetada. Después de correr y correr se da cuenta de que se encuentra en la colina donde solía llevarla su padre.
Se echa en el césped bajo un gran árbol y a su mente vienen imágenes de su padre y  todas las aventuras que  vivieron. De repente escucha una voz que  le resulta dulce y familiar, esta le dice:
-                      -  Cariño seca esas lagrimas, vales demasiado para que ese hombre te haga llorar,        eres una niña muy fuerte y tienes que demostrárselo.
-                        - Pero… papá, Phil me da miedo,  no sé de que es capaz- dice mientras se seca las         lágrimas de sus ojos.
-                       - Pequeña yo nunca dejaría que te hiciera daño, siempre estaré aquí para                      protegerte.
-                       - Papá te echo de menos – dice mientras se pone en pie y lo busca ansiosamente          con la mirada.
Se escucha a lo lejos – y  yo a ti me pequeña.
Perla corre hacía una sombra que se desvanece en el horizonte, dejando atrás a su oso, pero cuanto más avanza más lejana parece la figura de su padre.
-         ¡No te vayas papá! - grita mientras torpemente se tropieza con una raíz que sobresale.
El sobresalto de la caída le hace despertar bruscamente, y se descubre a si misma abrazada a William Bel Robert bajo el cedro rojo.


Fin


                                             Sacha Nicol Basto Guio 

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