Trabajo I
Relato propio: EL Cedro rojo
Era un caluroso día de verano en Filmur, un
pequeño pueblo a las afueras de la ciudad, conocido por sus verdes colinas y refrescantes
árboles. A la sombra de un cedro rojo descansaba
una niña abrazada con fuerza a su osito de peluche, un poco sucio y viejo. Ella
se llamaba perla y su acompañante William Bel Robert.
La pequeña Perla
tenía el pelo rojo y rizado a la altura
de los hombros, su piel blanca y delicada resaltaba sus grandes ojos azules y
su dulce sonrisa. Se observaba en ella una diminuta herida en el labio y un par de moratones en los brazos. Aunque Perla era una buena chica,
tierna, simpática y muy inteligente siempre estaba sola, bueno “sola”, solía
estar acompañada por su amigo William.
A diferencia de otras tardes, hoy había perdido
la noción del tiempo, eran las cuatro y cuarto de la tarde y llegaba con media hora de retraso a casa de
su padrastro Phil.
Al entrar en casa, Phil
estaba muy enfadado y empezó a gritarla.
- - ¿Quién te piensas
que eres, la reina de la casa?- gritaba.
- - No Phil…- susurró
titubeando- es que… estaba visitando a papá.
-¿Y quién te ha dado permiso para que fueras?
Dijo, mientras la cogía fuertemente por el brazo
-
Pero… Phil es mi padre, le echo de menos- decía entre sollozos.
-
El hace mucho que ha muerto, y ahora tu padre soy yo y vas a aprender a
respetarme- y le da una bofetada.
Con
lágrimas en los ojos Perla sale corriendo de su casa con William en sus brazos, no podía parar de
pensar en aquella bofetada. Después de correr y correr se da cuenta de que se
encuentra en la colina donde solía llevarla su padre.
Se
echa en el césped bajo un gran árbol y a su mente vienen imágenes de su padre y
todas las aventuras que vivieron. De repente escucha una voz que le resulta dulce y familiar, esta le dice:
- - Cariño seca esas
lagrimas, vales demasiado para que ese hombre te haga llorar, eres una niña muy
fuerte y tienes que demostrárselo.
- - Pero… papá, Phil
me da miedo, no sé de que es capaz- dice
mientras se seca las lágrimas de sus ojos.
- - Pequeña yo nunca
dejaría que te hiciera daño, siempre estaré aquí para protegerte.
- - Papá te echo de
menos – dice mientras se pone en pie y lo busca ansiosamente con la mirada.
Se escucha a lo lejos – y yo a ti me
pequeña.
Perla
corre hacía una sombra que se desvanece en el horizonte, dejando atrás a su
oso, pero cuanto más avanza más lejana parece la figura de su padre.
-
¡No te vayas papá!
- grita mientras torpemente se tropieza con una raíz que sobresale.
El
sobresalto de la caída le hace despertar bruscamente, y se descubre a si misma
abrazada a William Bel Robert bajo el cedro rojo.
Fin
Sacha Nicol Basto Guio
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