ESTAMOS TRABAJANDO LOS TEXTOS NARRATIVOS EN 1º DE BACHILLERATO. NUESTRAS ALUMNAS Y ALUMNOS HAN CREADO SUS PROPIAS HISTORIAS. AQUÍ PODRÉIS VER UNA MUESTRA DE LAS MISMAS.
TEXTO NARRATIVO DE ELENA
EL
SUEÑO DE MI VIDA
Hay veces
en las que un instante puede cambiar una vida entera. Minutos, segundos, un
simple chasquido y el mundo se te pone patas arriba. Eso es lo que me pasó a
mí.
Me llamo
Gadea Núñez y hace tan solo unos meses estaba a las puertas de conseguir ser la
primera mujer piloto de mi generación de la Fórmula 1, pero como bien he dicho
antes, pasó algo que lo cambió todo.
Siempre me
he dedicado al mundo del motor. Mi padre me transmitió la pasión por las motos
y los coches, y con seis años me subí por primera vez en un kart. Al igual que
todo el mundo, no me acuerdo de toda mi infancia, pero ese momento lo recuerdo
con una nitidez absoluta, ya que lo que sentí no lo había sentido jamás y no lo
he vuelto a experimentar en ningún otro momento de mi vida: una mezcla de
adrenalina, euforia, libertad y felicidad. Desde ese día lo tuve claro: no solo
quería volver a subirme en un kart, sino que quería competir y llegar a lo más
alto, pilotar y ganar un campeonato de Fórmula 1.
No era un
objetivo fácil, sobre todo teniendo en cuenta que ninguna mujer lo había
logrado, pero contaba con el apoyo de mi familia y tenía las cualidades que hay
que tener para conseguir tus sueños: constancia, disciplina, confianza e
ilusión.
Comencé
compitiendo en el karting de mi ciudad. Pronto destaqué entre los demás y si no
quedaba primera, por lo menos acababa en el podio. Continúe compitiendo en mi
ciudad y otras ciudades españolas con la esperanza de poder encontrar
patrocinadores que pudiesen financiar mi carrera deportiva, ya que en mi
familia no nos faltaba el plato de comida en la mesa, pero tampoco podíamos
permitirnos tal cosa, y es que por muy buena que fuera, sin ese dinero no iba a
llegar a ninguna parte.
Como si un
ángel se hubiese caído del cielo, el día de mi decimotercer cumpleaños, recibí
una llamada que hizo que mi vida diera un giro de 180º: la Academia Ferrari
quería empezar a incluir mujeres en su escudería y quería apostar por mí.
Probablemente fue uno de los mejores días de mi vida.
Sin
dudarlo hice las maletas y me mudé a Italia. La academia, además de financiar
mi carrera deportiva, me pagó los estudios, ya que la única condición que me
pusieron mis padres fue la de seguir con mi vida académica y sacarme la ESO y
Bachillerato. A mí no me supuso problema alguno, ya que estaba cada vez más
cerca de cumplir mi sueño y no me importaba lo mucho que tuviera que trabajar y
esforzarme para conseguirlo.
Pasé por
la Fórmula 3, donde piloté durante dos años. El último año me convertí en la
primera mujer en ganar esta categoría. Seguí trabajando y durante tres años
piloté en la Fórmula 2, destacando considerablemente en esta categoría. Era uno
de los caballitos ganadores de Ferrari, y no es por ser engreída, pero era
cuestión de tiempo que llegase el día en el que me subieran a la categoría más
prestigiosa del automovilismo: la Fórmula 1. He de admitir que ahora que me
paro a pensarlo, tuve mucha suerte, porque no todo el mundo llega a donde yo
llegué.
Y entonces
pasó: el 13 de agosto de 2021, disputando el gran premio de Spa-Francorchamps,
ocurrió lo que no tenía que haber ocurrido jamás. Era un día lluvioso, todos
los coches pusimos neumáticos intermedios y probablemente íbamos a tener que
cambiarlos por los de lluvia intensa a mitad de la carrera porque la previsión
meteorológica indicaba que el tiempo iba a empeorar.
Al
principio todo transcurrió con normalidad, me subí al coche, dimos la vuelta de
formación y tras apagarse el semáforo, no pensé en nada más, solo en correr.
El
circuito de Spa era uno de mis favoritos, se me daba especialmente bien, por lo
que no tardé en ponerme en cabeza de carrera en las primeras vueltas. Iba
prácticamente volando cuando al llegar a la curva de Eau Rouge, pasé por un
charco y perdí el control del coche, chocando contra los muros de protección y
con la mala suerte de que otro piloto perdiese también el control y chocase
contra mí.
Lo
siguiente que recuerdo fue la luz blanca del hospital en el que estaba
ingresada. Al despertar, estaba toda mi familia y me explicó todo lo ocurrido.
Dentro de lo que cabe, era una afortunada por seguir viva, al igual que mi
compañero, pero fue entonces cuando me dí cuenta de que no podía mover las
piernas, solo sentía un dolor profundo.
El médico
me explicó que tenía una fractura en el hombro y que mis piernas habían quedado
prácticamente destrozadas tras el accidente. Me dijo que iba a volver a poder
andar, pero que nunca más iba a poder subirme en un coche.
Hoy ha
pasado un año desde el día en el que me dieron la peor noticia de mi vida, y no
voy a mentir, ha sido un camino muy duro, pero al final he conseguido verlo
todo desde otra perspectiva. He vuelto a andar e incluso puedo correr, algo que
supuestamente no iba a poder volver hacer.
Sin
embargo, el médico no se equivocó cuando dijo que no iba a poder volver al
pilotaje. No tengo la agilidad suficiente ni los reflejos que hay que tener, y
es algo que jamás recuperaré.
No
obstante, he comenzado a estudiar ingeniería mecánica, ya que no quiero dejar
el mundo del automovilismo por nada del mundo. Quien sabe, ¡a lo mejor consigo
un puesto como mecánica en alguna escudería!
Si hay
algo que tengo claro es que no siempre las cosas salen como esperabas, y no
pasa nada por ello. Hay veces en las que se nos tienen que cerrar unas puertas
para abrir otras, y yo estoy más que dispuesta a ver lo que me depara el
futuro.
Elena
González Nieto. 1ºBach B.
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