viernes, 28 de octubre de 2022

 RELATO

Diego era un niño curioso con todo aquello que le rodeaba. Desde muy pequeño les preguntaba a sus padres el porqué de las cosas, incluso de las más insignificantes. Creció rodeado de libros y cultura; aún se acuerda de aquella inmensa biblioteca que tenía su madre. Entrar a aquel lugar era la solución más eficaz para solucionar sus problemas y preocupaciones o, al menos, olvidarse de ellos.

Al entrar en el instituto se dio cuenta de lo mucho que le gustaba aprender y que a diferencia de sus demás compañeros, él si tenía ganas de comprender como funcionaba el mundo. Había pensado en miles de carreras, todas ellas completamente distintas: Historia, Filología, Psicología e incluso Fisioterapia. Lo único que tenía claro es  que odiaba las matemáticas y no porque se le dieran mal si no porque los números le parecían un tanto aburridos.

Cada vez que llegaba del instituto, comía viendo las noticias. Le apasionaba ver lo que estaba ocurriendo en la otra punta del mundo, como vivían las demás personas y conocer las diferencias sociales, políticas y culturales entre los distintos países. Llegó el momento de escoger que carrera quería estudiar y de repente, sin él ni siquiera haber pensado en ello, supo que periodismo era a lo que quería dedicarse. Poder contar la verdad e informar al resto de personas era lo que siempre quiso, aunque él no lo supiera con certeza.

Cuando sus padres escucharon la noticia se sorprendieron ya que fue repentino el cambio que dio su hijo. Últimamente se había inclinado más por la historia y estaba casi seguro que era eso lo que quería estudiar. Sin embargo, sus padres le apoyaron y le animaron a seguir por aquel camino.

Diego estaba hecho un manojo de nervios el primer día de universidad. Todo era nuevo para él y no sabía cómo desenvolverse en aquel entorno. En su primera clase se sentó al lado de un tal David, que se convertiría en uno de sus mejores amigos. En la hora del descanso, Diego y David estuvieron hablando y se dieron cuenta que los dos tenían ese afán por el periodismo. Diego se relajó cunado David le confesó que estaba un poco inquieto al empezar las clases. Al menos sabía que no era el único que estaba nervioso.

El primer año de universidad transcurrió tan rápido que ni Diego podía creérselo. Salió bastante de su zona de confort ya que se fue de fiesta, se hizo amigo de David y de otros compañeros y estaba empezando a conocer a una chica llamada Sofía. Aprobó todas las asignaturas y con buena nota. En definitiva, se encontraba feliz y satisfecho.

Cuando terminó la universidad supo que iba a ser bastante complicado encontrar un trabajo. Mando currículums a todas las redacciones existentes. Finalmente consiguió ser becario en la Vanguardia. Sus primeros trabajos fueron principiante en la oficina, editando textos de otros. Se encontraba un poco desanimado ya que no era lo que él se esperaba. Un día, Diego se quedó mirando un mapa colocado en una pared de la redacción de los reporteros que había en el mundo. Estados Unidos estaba lleno, lo mismo pasaba con Europa. Pero en extremo oriente no había nadie. Allí quería ir él y no quedarse en una oficina sentado.  

Se presentó en la oficina del director, decidido de lo que le iba a pedir. El director sorprendido por las agallas del joven se ofreció a darle una prueba de un año. El mismo sabía que Diego era bueno en su trabajo.

Cubrió muchas noticias sobre todo de catástrofes naturales: terremotos, inundaciones, tsunamis. Una vez le propusieron ir a un frente bélico. No dudó ni un segundo en decir que sí, pero a medida de que se iba acercando el día el miedo surgió. Cuando se estaban acercando a la zona de peligro veía a soldados yendo y viniendo con sus armas y personas heridas o muertas por el camino. Pero para él era más importante contar la noticia que ponerse expuesto ante el peligro.

Pasó un año en el cual Diego se sintió más vivo que nuca y haciendo algo que le llenaba y mejoraba como persona. Le apasionaba entrevistar a los supervivientes de alguna catástrofe o personas que tenían que hacer vida en medio de una guerra. En muchas de las ocasiones eran testimonios que te ponían los pelos de punta e imposibles de creer.

El director del periódico estaba contento con el trabajo realizado por Diego. Debido a  circunstancias personales tuvo que abandonar el periódico y tuvo que presentar a otro director. La razón le decía que Diego era aún muy joven como para cargar con una responsabilidad y un trabajo tan exigente, pero en el fondo conocía a Diego, sabía lo que era capaz de arriesgar y el entusiasmo que ponía en cada noticia.

Diego no lo había asimilado aún, pero ahí estaba, de camino a la redacción en su primer día como director. Sabía que muchos de sus compañeros se comportarían con recelo delante de él. No entendían y no encontraban ninguna razón por la que el antiguo director hubiera elegido a Diego. Pero a él le daba igual, por fin tenía la responsabilidad de dirigir su propio periódico.

Después de un tiempo como director, Diego, se dio cuenta de la realidad del periodismo. La gente se movía por intereses económicos y políticos. No contaban toda la verdad en las noticas por miedo a perder los patrocinadores del periódico. Diego no quería venderse a los grandes poderes y prefirió dejar de ser director. Además sentía que lo de ser director le venía muy grande.

Su familia y amigos no entendían porque renunciar a una posición tan privilegiada le iba a favorecer, pero aun así le apoyaron. Diego sabía que ellos no entendían su preferencia de contar la verdad a mentir a la gente.

Ya sin trabajo decidió escribir un libro contando todas sus experiencias en oriente próximo y como director. Quería que llegara a los jóvenes estudiantes de periodismo, inconscientes de todo lo que engloba el periodismo, como él en aquel momento. Quería que tuvieran una idea  de lo que se iban a encontrar y afrontar.

Su libro tuvo una gran acogida por parte de  la crítica y los periodistas. A partir de ahí se ganó la vida escribiendo columnas para distintos periódicos. Diego se encontraba feliz con su vida. Había tenido una hija preciosa con Sofía y aun se sentía con ganas de escribir otro libro.

RAQUEL

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