RELATO
Diego era un
niño curioso con todo aquello que le rodeaba. Desde muy pequeño les preguntaba
a sus padres el porqué de las cosas, incluso de las más insignificantes. Creció
rodeado de libros y cultura; aún se acuerda de aquella inmensa biblioteca que
tenía su madre. Entrar a aquel lugar era la solución más eficaz para solucionar
sus problemas y preocupaciones o, al menos, olvidarse de ellos.
Al entrar en
el instituto se dio cuenta de lo mucho que le gustaba aprender y que a
diferencia de sus demás compañeros, él si tenía ganas de comprender como
funcionaba el mundo. Había pensado en miles de carreras, todas ellas
completamente distintas: Historia, Filología, Psicología e incluso Fisioterapia.
Lo único que tenía claro es que odiaba
las matemáticas y no porque se le dieran mal si no porque los números le
parecían un tanto aburridos.
Cada vez que
llegaba del instituto, comía viendo las noticias. Le apasionaba ver lo que
estaba ocurriendo en la otra punta del mundo, como vivían las demás personas y
conocer las diferencias sociales, políticas y culturales entre los distintos
países. Llegó el momento de escoger que carrera quería estudiar y de repente,
sin él ni siquiera haber pensado en ello, supo que periodismo era a lo que
quería dedicarse. Poder contar la verdad e informar al resto de personas era lo
que siempre quiso, aunque él no lo supiera con certeza.
Cuando sus
padres escucharon la noticia se sorprendieron ya que fue repentino el cambio
que dio su hijo. Últimamente se había inclinado más por la historia y estaba
casi seguro que era eso lo que quería estudiar. Sin embargo, sus padres le
apoyaron y le animaron a seguir por aquel camino.
Diego estaba
hecho un manojo de nervios el primer día de universidad. Todo era nuevo para él
y no sabía cómo desenvolverse en aquel entorno. En su primera clase se sentó al
lado de un tal David, que se convertiría en uno de sus mejores amigos. En la
hora del descanso, Diego y David estuvieron hablando y se dieron cuenta que los
dos tenían ese afán por el periodismo. Diego se relajó cunado David le confesó
que estaba un poco inquieto al empezar las clases. Al menos sabía que no era el
único que estaba nervioso.
El primer año
de universidad transcurrió tan rápido que ni Diego podía creérselo. Salió
bastante de su zona de confort ya que se fue de fiesta, se hizo amigo de David
y de otros compañeros y estaba empezando a conocer a una chica llamada Sofía.
Aprobó todas las asignaturas y con buena nota. En definitiva, se encontraba
feliz y satisfecho.
Cuando terminó
la universidad supo que iba a ser bastante complicado encontrar un trabajo.
Mando currículums a todas las redacciones existentes. Finalmente consiguió ser
becario en la Vanguardia. Sus primeros trabajos fueron principiante en la
oficina, editando textos de otros. Se encontraba un poco desanimado ya que no
era lo que él se esperaba. Un día, Diego se quedó mirando un mapa colocado en
una pared de la redacción de los reporteros que había en el mundo. Estados
Unidos estaba lleno, lo mismo pasaba con Europa. Pero en extremo oriente no
había nadie. Allí quería ir él y no quedarse en una oficina sentado.
Se presentó en
la oficina del director, decidido de lo que le iba a pedir. El director
sorprendido por las agallas del joven se ofreció a darle una prueba de un año.
El mismo sabía que Diego era bueno en su trabajo.
Cubrió muchas
noticias sobre todo de catástrofes naturales: terremotos, inundaciones,
tsunamis. Una vez le propusieron ir a un frente bélico. No dudó ni un segundo
en decir que sí, pero a medida de que se iba acercando el día el miedo surgió.
Cuando se estaban acercando a la zona de peligro veía a soldados yendo y
viniendo con sus armas y personas heridas o muertas por el camino. Pero para él
era más importante contar la noticia que ponerse expuesto ante el peligro.
Pasó un año en
el cual Diego se sintió más vivo que nuca y haciendo algo que le llenaba y
mejoraba como persona. Le apasionaba entrevistar a los supervivientes de alguna
catástrofe o personas que tenían que hacer vida en medio de una guerra. En muchas
de las ocasiones eran testimonios que te ponían los pelos de punta e imposibles
de creer.
El director
del periódico estaba contento con el trabajo realizado por Diego. Debido a circunstancias personales tuvo que abandonar
el periódico y tuvo que presentar a otro director. La razón le decía que Diego
era aún muy joven como para cargar con una responsabilidad y un trabajo tan
exigente, pero en el fondo conocía a Diego, sabía lo que era capaz de arriesgar
y el entusiasmo que ponía en cada noticia.
Diego no lo
había asimilado aún, pero ahí estaba, de camino a la redacción en su primer día
como director. Sabía que muchos de sus compañeros se comportarían con recelo
delante de él. No entendían y no encontraban ninguna razón por la que el
antiguo director hubiera elegido a Diego. Pero a él le daba igual, por fin
tenía la responsabilidad de dirigir su propio periódico.
Después de un
tiempo como director, Diego, se dio cuenta de la realidad del periodismo. La
gente se movía por intereses económicos y políticos. No contaban toda la verdad
en las noticas por miedo a perder los patrocinadores del periódico. Diego no
quería venderse a los grandes poderes y prefirió dejar de ser director. Además
sentía que lo de ser director le venía muy grande.
Su familia y
amigos no entendían porque renunciar a una posición tan privilegiada le iba a
favorecer, pero aun así le apoyaron. Diego sabía que ellos no entendían su
preferencia de contar la verdad a mentir a la gente.
Ya sin trabajo
decidió escribir un libro contando todas sus experiencias en oriente próximo y
como director. Quería que llegara a los jóvenes estudiantes de periodismo,
inconscientes de todo lo que engloba el periodismo, como él en aquel momento. Quería
que tuvieran una idea de lo que se iban
a encontrar y afrontar.
Su libro tuvo
una gran acogida por parte de la crítica
y los periodistas. A partir de ahí se ganó la vida escribiendo columnas para
distintos periódicos. Diego se encontraba feliz con su vida. Había tenido una
hija preciosa con Sofía y aun se sentía con ganas de escribir otro libro.
RAQUEL
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