RESUMEN DE UN "RELATO DE FANTASMAS"
EN MARMOL Y A
TAMAÑO NATURAL
Esta historia comienza con una pareja que se fue de luna de
miel a un pueblo situado en el sur.Tuvieron suerte y encontraron una casa de
campo en venta y a los pocos días decidieron quedarse a vivir.
Como los dos trabajaban contrataron a una señora para que les
ayudara en las tareas domésticas que, además de ocuparse de la casa, les
contaba historias de miedo sorprendentes.
Cerca de la casa había una iglesia que les gustaba visitar
por las noches, donde a cada lado del altar había una losa y en cada una de
ellas un caballero a tamaño real con las manos juntas.
Un día la pareja notaron a Dormán, la señora que les cuidaba
la casa, un poco rara y nerviosa. El chico le preguntó qué le pasaba y ella
contestó que había una leyenda que decía que el día 31 de octubre, el día de
Todos Los Santos, las estatuas que habían en la iglesia se levantaban e iban a
las casas donde antes habían vivido, y da la casualidad que la casa en la que
ahora Viven la señora Dormán y la pareja es donde vivieron antiguamente los
caballeros.
La señora dormán creía en esa leyenda y decidió irse un día
antes, prometiendo que volvería la semana que viene.
Llegó la noche y el chico decidió dar una vuelta por la
iglesia ignorando todo lo que Dormán le dijo, pero sin su mujer ya que
esta se quedó en su casa porque se
encontraba mal.
Al llegar a la iglesia vio que las estatuas no estaban en sus
losas. El corazón le dio un brinco y en ese momento solo pudo pensar en Laura,
su mujer.
Volvió a su casa gritando, corriendo y lleno de miedo, pero a
mitad de camino se encontró a el medico del pueblo. El chico sofocado, se lo
contó todo y el médico, relajado le contestó
que cómo se podía creer esas leyendas de niños pequeños.
Después, volvieron a la iglesia y las estatuas estaban otra
vez tumbadas en las losas. El chico se dio cuenta de que a una de las estatuas le faltaba una mano, pero no le dio
importancia.
Más tranquilo el chico le invito a su casa pero cuando
volvieron su mujer no estaba sentada en su butaca que es donde siempre se pone
a leer por las noches, su marido pensó que estaría arriba durmiendo.
Subieron al piso de arriba y se encontraron a su mujer muerta
con la mano muy apretada y cerrada. Su marido le abrió la mano y tenía un dedo
de la estatua.
Raquel López Jiménez.
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