el médico de su honra
-El
médico de su honra es una obra dramática de Calderón de la Barca, escrita hacia
1637 por lo tanto encuadrada en la literatura barroca. Es una de las obras que
tratan el tema del honor, recurrente en sus piezas (y en las obras de otros
escritores de la época) y el de los celos, presente también en otras obras se
este escritor. Calderón trató estos temas en obras de diferente carácter: El
médico de su honra es un drama, o puede incluso ser considerado como una
tragedia.
Su conflicto principal es el
de un marido celoso -don Gutierre- que se convierte en un hombre obsesionado
con la deshonra que puede traerle el cortejo de un príncipe real a su esposa
(el infante don Enrique, hermano del rey don Pedro I de Castilla).
Resumen de la obra:
-La
obra comienza cuando el infante don Enrique, con su hermano el rey don Pedro y
otros nobles, yendo a caballo de camino a Sevilla, cae del caballo y pierde el
conocimiento. El rey sigue camino hacia Sevilla con prisa, y los acompañantes
del príncipe lo introducen en una casa de campo con aspecto de pertenecer a
unos nobles. La esposa del dueño, doña Mencía, que acude primero, reconoce al
herido y queda alarmada y consternada, A través de varias escenas entre don
Enrique y doña Mencía, y las confidencias de estos a sus servidores, se aclara
que don Enrique, enamorado desde tiempo atrás de doña Mencía, la cortejaba sin
éxito, porque como expresa doña Mencía,
"pues soy para dama más,
lo que para esposa menos".
Es decir, que no tenía linaje
para ser su esposa, y no estaba dispuesta a ser su amante.
Don Enrique se entera en ese
momento, con gran congoja, de que doña Mencía se ha casado, y se muestra
ofendido pero no ceja en su empeño de conquistarla. Aparece el dueño de la
casa, don Gutierre, y los demás disimulan lo que pasa. Don Enrique sigue su
camino a Sevilla y el dueño de la casa lo acompaña.
En estas primeras escenas ya
quedan mostrados los personajes y el conflicto principal: el rey don Pedro
aparece frío y rígido, sin mostrar gran cariño por su hermano. A lo largo de la
obra será mostrado como un rey a quien todo el mundo teme, y que, aun
intentando ser justo y buen gobernante, fracasa en sus intenciones. Don Enrique
es el enamorado empeñado en la conquista de Mencía, sin atender a razones. Doña
Mencía, temerosa de su marido y de sus celos, no le confía lo que pasa. Don
Gutierre está pendiente sobre todo de aparecer como vasallo fiel y caballero
pundonoroso. Ambos esposos hacen grandes protestas de amor conyugal, pero en
realidad se trata de sentimientos más bien formales: Mencía le habla a su
marido de una tal Leonor a la que sospecha que su marido sigue queriendo. De
ella misma sabemos que su principal preocupación es la reputación, el honor y
el deber, tanto de soltera, cuando rechazó ser amante del infante, como de casada,
pero en un soliloquio muestra que amó a don Enrique y que fue y es el honor el
que le obliga al silencio y al rechazo, antes y ahora.
En las siguientes escenas, en
la ciudad, Leonor acude a pedir justicia al rey don Pedro contra don Gutierre.
Así sabemos que este dio a Leonor promesa de matrimonio, y luego la rompió y la
abandonó. Leonor le razona al rey que, como Gutierre entró públicamente en su
casa, ahora su honor está comprometido. Puesto que él se ha casado con otra, no
puede resarcirle con el matrimonio, de modo que ella pide al rey que obligue a
Gutierre a dotarla para que pueda entrar en un convento, pues es pobre. El rey
aparece aquí como justiciero y dadivoso con los soldados y los que le piden
justicia o mercedes, pero también duro y de pocas palabras.
Aparece Gutierre y el rey le
pide explicaciones. Gutierre confiesa que dejó a Leonor porque supo que un
hombre entró en su casa, y sin saber más del asunto, rompió el compromiso. Así
sabemos que Gutierre es extremadamente celoso y desconfiado. A continuación don
Arias, amigo y confidente del infante, declara que fue él, pero porque
cortejaba a otra dama que vivía en la misma casa. Don Gutierre y don Arias se
enzarzan sin más en un duelo, y el rey, enojado, manda encarcelar a ambos.
Leonor, desesperada, maldice solemnemente a don Gutierre, deseándole que su
honor se vea tan perdido como el de ella.
En el Acto II, don Enrique,
aprovechando que Gutierre está encarcelado, consigue entrar en la casa y
abordar a solas a Mencía. Esta se muestra recelosa y le pide que se marche, y
entonces oyen a don Gutierre que llega, pues el alcaide le ha dejado salir bajo
promesa de volver en unas horas. Aterrada de contarle la verdad, Mencía esconde
a don Enrique y se las ingenia para sacarle de la casa, fingiendo que hay un
ladrón escondido en su habitación y armando alboroto acerca de ello. Pero no
todo sale bien, pues Gutierre encuentra una daga del desconocido, y entra en
sospechas. Al día siguiente, ya libre, deduce quien es su dueño, y se debate
entre los celos y la prudencia. En un largo soliloquio, decide averiguar si
doña Mencía le es infiel. Aquí declara abiertamente lo que piensa: el honor
siempre está en peligro, pues depende de las mujeres, de quien no se puede
fiar. El "médico de su honra", como se declara a sí mismo, se receta:
“Primeramente la dieta
del silencio, que es guardar
la boca, tener paciencia.
Luego dice que apliquéis
a vuestra mujer finezas,
(...) porque el mal
con el despego no crezca”
(Acto II, versos 1674 - 1684)
Al final, insinúa que la ciencia
del "médico de su honra" encontrará un remedio más drástico, si se
confirman sus celos.
Finalmente, después de una
serie de malentendidos, en parte causados porque el infante don Enrique tiene
que salir de Sevilla huyendo por haber disgustado al rey, que cree que su
hermano le intentaba matar con la malhadada daga, don Gutierre se convence de
que su honor está en peligro, a pesar de que en realidad no tiene pruebas.
Disimula con su esposa, pero esta está llena de miedo y de malos presagios, y
teme que su marido la mate.
El desenlace se produce en al
Acto III. Don Gutierre es incapaz de confiar en su esposa, pero no puede o no
se atreve ni a tomar venganza del infante Don Enrique, ni a impedir a este su
conducta o pedirle cuentas de ella.
Por otra parte, siendo lo
primero para él mantener su reputación pública a salvo de cualquier publicidad
o ni siquiera rumor, pues la sospecha o el rumor ya es una mancha de honor, no
puede pedir justicia al rey públicamente, ni quiere darse por enterado del
cortejo del príncipe.
Así pues, la solución que
encuentra es matar a su esposa haciendo pasar el asesinato por obra de
asaltantes desconocidos, para que ni siquiera se sospeche la causa. Esta
solución es la "medicina" a que alude el título de la obra y los
versos finales en una escena con el rey:
“Que el honor
con sangre, señor, se lava
(...)
Mira que médico he sido
de mi honra. No está olvidada
la ciencia.”
(Acto III, Versos 2938 a
2948)
La posición del justiciero
rey es ambigua. Acepta el asesinato sin hacer justicia, aun sabiendo la
inocencia de doña Mencía, como mal menor y en cierto modo justificado, y le da
al asesino la mano de Leonor, ya que ahora es viudo. Durante toda la obra, se
manifiesta su fracaso en manejar los malentendidos y juzgar las situaciones con
prudencia, llegando también tarde para impedir el crimen. Se presenta como un
rey duro, pero en definitiva sin criterio firme. Leonor, que muestra durante
toda la obra un gran odio por don Gutierre, sin embargo había rechazado casarse
con don Arias como remedio a su situación, y defendido a Gutierre como a un
caballero que mira por su honor sobre todo, y al que ni siquiera un infante de
Castilla va a conseguir deshonrar. Esta ambivalencia se resuelve en la última
escena, cuando acepta la mano ensangrentada de Gutierre, aun manifestando
expresamente saber que quizá ella corra la misma suerte que la primera esposa.
Personajes de la obra:
Ø Don Gutierre, caballero principal de Sevilla, y
protagonista de la obra. Es uno de los personajes más controvertidos de
Calderón. Obsesionado con el honor, celoso hasta el extremo, aparece como un
personaje frío y finalmente despiadado, entregado a la idea del honor como
reputación pública más que como virtud interior.
Ø El Rey don Pedro. Es el rey Pedro I de Castilla, llamado
en la historia El Cruel o El Justiciero, que acabó sus días asesinado a manos
de su medio hermano Enrique.
Ø El infante don Enrique, hermano del rey. Enamorado de
doña Mencía, aparece como una persona impulsiva y egoísta, imbuido del poder de
su posición y de su derecho a tener a la mujer que quiera, sin parar mientes en
la moral, el honor o las dificultades que su comportamiento produce a su amada.
El personaje histórico fue después rey con el nombre de Enrique II Trastamara
(1369).
Ø Don Arias, caballero amigo y confidente de don
Enrique, aparece como el contrapunto sensato, justo y caballeroso de verdad de
don Gutierre y de don Enrique.
Ø Don Diego, otro caballero del séquito de don Enrique.
Ø Coquin, lacayo de don Gutierre, a medias bufón y
mensajero. Pone el contrapunto cómico de la obra, pero es también el que, desde
su posición subordinada y sin poder, tiene el punto de vista moral más llano,
natural y sano.
Ø Doña Mencía de Acuña, dama principal de Sevilla,
cortejada por don Enrique, casada contra su voluntad por su padre con don
Gutierre. Decidida a guardar sobre todo el honor y la castidad, su inocencia no
le sirve para salvarse: juguete de las pasiones de otros y de las normas
sociales, no tiene el valor o la prudencia de conseguir que brille su inocencia.
Queriendo ser virtuosa sobre todo, aparece como pasiva y a merced del destino.
Ø Doña Leonor, hermosa dama de Sevilla, pero sin fortuna
y sin familia. Abandonada por don Gutierre por sospechas, es toda fuego y
actividad: reclama al rey, maldice y protesta. En el fondo sigue amando a don
Gutierre, como se revela al final, por encima de consideraciones morales y del
propio peligro. Acepta de buen grado la ideología social del honor, pero la
maneja y comprende con menos pasividad y más éxito que la protagonista, siendo
sin embargo menos escrupulosa en su conducta personal.
Ø Jacinta, una esclava. Es la figura clásica de la
criada corrompible por el seductor de su señora, en este caso porque es esclava
y don Enrique le promete la libertad.
Ø Inés, criada.
Ø Teodora, criada.
Ø Ludovico, sangrador. Utilizado por don Gutierre en su
criminal trama.
Ø Un Viejo.
Ø Soldados.
Mi opinión:
-Creo
que es una obra realmente dramática y sanguinaria donde “el malo” se sale con
la suya, todo como no por el tema de la honra, tan importante en aquella época.
El rey Don Pedro tampoco evita nada ni toma justicia, como supuesto rey
competente que tendría que ser, lo cuál hace pensar que es partidario de
defender la honra a cualquier precio, incluso con derramamiento de sangre como
en esta tragedia. Es una obra muy interesante, ya no solo por la acción que
transcurre, sino también por la implicación emocional de los personajes, ese
odio por ejemplo que siente Doña Leonor, que resulta ser más impotencia que
odio de no poder estar al lado de Don Gutierre, amor que siente por él a
cualquier precio también, sabiendo que a matado a su esposa por el simple hecho
de la honra y que podría tener ella la misma suerte sigue queriéndole y está
junto a él. Del amor al odio solo hay un paso. Don Gutierre igualmente también
es un personaje que se implica mucho emocionalmente, siendo un personaje muy
celoso con gran ira y pensamientos desacertados que terminan llevándolo a
cometer un asesinato. Mata dos pájaros de un tiro, asesina a su mujer para “salvar”
su honra y además vuelve a tener a Doña Leonor a su lado, a rey muerto, rey
puesto. Sin duda una obra completa y muy interesante de ver interpretada, como
he conocido que hasta hace poco se ha estado interpretando.
Carlos Montoya Fernández 1º BACH
CTC
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