Yo era piedra piedra, había perdido mi centro,
hasta que me arrojaron a la mar
allí fue donde lo pude encontrar
tras sentir una guadaña muy adentro.
Con la mujer de negro fue mi encuentro,
A ella tragedia le solían llamar,
entre lágrimas me vino a buscar,
en sus ojos asomaba mi centro.
Sin remedio una fría noche empezaba,
Un ruido de cañón me estremeció
y un río de sangre me salpicaba.
Un rayito de esperanza quedó,
Si pronto llegaba, poco duraba
Ya el humo de un disparo lo tapó.
Un lamento escapa del corazón
porque aquel disparo a la muerte llama
y la sangre de un soldado derrama
mientras su madre llora una oración.
Flor marchita que pierde la ilusión,
dolor del tronco que pierde una rama,
feroz llama que quema una retama,
cruel sino que no tiene solución.
Maldigo la guerra con gran razón
porque el de ese alma ya abatida
lleva en alfileres mi corazón
y fue por una bala malnacida
que su pecho lo atravesó un punzón
y que nunca se cerrará la herida.
Corre caballo valiente,
que voy buscando a mi hermano,
ya solo tengo agua ardiente,
porque a la luz de la luna,
lo hallo con un tiro en la frente.
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