jueves, 2 de mayo de 2024

 PRIMER PREMIO DE RELATO DEL "CONCURSO LITERARIO" DE NUESTRO CENTRO. GANADORA:

 LUCÍA GARCÍA

RELATO CONCURSO LECTURA DULCINEA.

¨Calma¨

Athenea, vivía una vida ordinaria, cómo cualquier estudiante en España, creyendo que su existencia no aportaba nada y se carcomía la cabeza solamente por una nota numérica.

Padres parcialmente ausentes por el trabajo con largas jornadas, agotando mentalmente cualquier energía de la casa, pero eso Athenea no lo tenía en cuenta, podía quedarse con lo bueno de sus progenitores, hasta ese día.

La autopista hacia Tarragona estaba tranquila, nada fuera de lo común, al igual que las miles de veces que habría la familia pasado por esa ruta. Un detalle captó la atención de su madre, el cual fue avisado demasiado tarde. Al parar en esa gasolinera, los neumáticos del coche se encontraban desgastados, cómo si alguien los hubiera manipulado, cosa que no alarmó a la familia al principio, estos aun así continuaron su viaje, un error que pagarían con lo más preciado, la vida.

Athenea lo recordaba todo lúcidamente, el momento en el que el primer neumático cae, seguido del segundo, que desequilibró el vehículo, haciendo que el piloto y el copiloto sufrieran el impacto contra el cristal, desgarrando sus vidas al instante.

_ Háblame Athenea, ¿recuerdas cómo llegaste aquí? _ – Una voz poco familiar retumbó en su cabeza, seguida de una potente luz que ocupaba todo su campo de visión.

¿Por qué le estaba pasando eso a ella? - Es lo único que podía escuchar.

 

1 día después, ya con un cuadro clínico y un diagnóstico, estaba revisando todas las noticias acerca de su accidente, noticias que tenían solamente 12 horas en Internet, y que ya han sido reemplazadas por otras, olvidando la gravedad de su situación.

Athenea no dejaba de pensar, ahora estaba sola, sola contra el mundo.


En una de esas madrugadas, decidió levantarse y dar una vuelta por el hospital, agarró la única muleta que podía agarrar, y comenzó su expedición hospitalaria.

Nada fuera de lo común, personas mayores, comas etílicos... y él.

 

Ella detuvo su mirada en un chico, dentro de una habitación, junto a una enfermera que le ayudaba a tomar unas pastillas, lo demás es historia.

Su estancia en el hospital se había convertido en una especie de estrategia para que él la notara, pero no hizo falta mucho tiempo.

_ ¿Eres Athenea? Sí, así creo que te llamas, la enfermera de planta me ha mandado que te diera esto _ Dijo él, haciendo que ella se girara, y sonriera.

_ Sí, gracias, ¿Cuál es tu nombre? _ Aprovechó Athenea.

 

Él pensó, por unos segundos, para retirarse rápidamente hacia la puerta, sin antes decir.

 

_ Mateo _ Él salió, dejando a Athenea extrañada.

 

Esto se volvió una rutina, todos los días intercambiaban palabras, pero esto fue a más, él era capaz de ´´abrirse´´ con ella, si así pudiera llamarse, formando un vínculo, que al parecer solo ella sentía.

_ Me encanta la primavera _ Dijo él de repente, haciendo que ella le mirara directamente a los ojos, con una leve sonrisa.

_ A mí también, me imagino cómo se sentirá allí fuera _ Compartió ella, causando un gesto extraño en él, ¿una sonrisa?

_ Sígueme _ Tras esto, él sale, corriendo rápidamente por los pasillos, escondiéndose del personal del hospital, con un gesto de picardía en él, al llegar abrió una puerta roja con un cartel de ´´solo emergencias´´.


Ella no creía lo que veía, era un hermoso atardecer, junto a dos sillas. Era simplemente precioso.

Se sentaron, conversaron, y descubrieron que la conexión no era unilateral, sino que era mutua, todo surgió tan rápido, en un centro cómo en un hospital, pero ¿eran capaces de mirar al futuro junto a esto?

Todo iba genial para Athenea, tenía alguien con quién compartir sufrimiento, soledad, anécdotas, solo de pensarlo su expresión se tornaba en una enorme sonrisa.

Un día cualquiera, fue a verlo a su habitación por una buena razón, entregarle la carta que había hecho en el taller de creatividad del programa del hospital, pero no había nadie, sin embargo, en la bandeja en la que siempre les entregaban las medicinas, se encontraba una doble dosis de una píldora roja, poco común. Ella optó por dejarlo estar, viendo que él estaba entrando por la puerta, pero al entrar la ignoró completamente para pasar al cuarto de baño.

Debido a sus inseguridades, ella optó por dejarlo estar, mañana podría hablar tranquilamente con él.

Pero pasaron los días, y no lo había vuelto a ver, pero por no empeorar la situación siguió dejándolo estar, gran error.

Pasaron exactamente 6 días, un grave ataque de ansiedad la inundó, nublando su vista.

 

´´Tranquilízate, tranquilízate, tranquilízate.´´ Se decía para ella misma. Necesitaba verle, lo necesitaba a él.

Decidido, corrió a su habitación, un gran acto de amor o de simplemente impotencia, solo que se encontró con alguien que no se esperaba.


_ Athenea, ¿necesitas algo? _ La psicóloga que tanto odiaba se encontraba junto a una enfermera, haciendo la única cama que había en la habitación, libre.

_ Necesito verle, PORFAVOR _ Athenea chilló desgarradamente, algo que le helaría la sangre a cualquiera.

_ ¿De quién hablas? _ Tras esto, las dos mujeres le miraron extrañadas, para segundos después salir por la puerta, dejándola sola.

El silencio pasó a formar parte del ecosistema, la rabia la consumió, una silla volando, bolis, carritos con bisturís, papeles... espera, ¿papeles?

Calmó sus sentimientos, para después ojearlos de manera exhaustiva.

 

´´El presento de 22 años, Mateo Fernández, firma el presente documento para el suicidio voluntario a día 15 de mayo, en la provincia de Tarragona. CAUSA: Condición diagnosticada: Neuronimas cerebrales. ESTADO DE LA SOLICITUD: ACEPTADO´´

Esto debía de ser una broma, una de las más crueles, entre lágrimas, un pequeño cuaderno cayó de entre los papeles, ¿un diario?

Día 6 de marzo: Su nombre es Athenea, ojos oscuros, pelo claro, llevarle unos papeles. Día 7 de marzo: Su color favorito es el azul, su comida favorita es el brócoli.

No podía cesar, realmente había perdido a la persona que se había convertido en su epicentro vital, en su confidente. La vida se lo

había arrebatado, ¿a quién debería culpar?

 

Así expresaba todos los días que habían conversado, en detalle, hasta el 10 de mayo, que fue su último escrito: ´´Ante el arrepentimiento y la culpabilidad, elijo la felicidad, será mejor de esta manera´´


¿Cómo había sido capaz? Había escrito todas y cada una de sus interacciones, para...

 

¿recordarlas?

 

Él no era capaz de retener las cosas, ella era la que más le importaba, por eso la recopiló, e hizo que fuera feliz durante lo único que podía ofrecerle.

_ Aspecto de suicidio voluntario retrasado 2 meses por el solicitante, ESPERA ACEPTADA

 

_

 

¿Cuánto no conocía de él? Prácticamente eran desconocidos, unidos por un fino hilo que pendía de un leve equilibrio, en el que ella hablaba y él escuchaba, en el que él no podía recordar.

¿Se sentiría culpable por algo?

 

Todos esos pensamientos hicieron que la vista de Athenea se nublara de nuevo, dando paso al color característico, el negro.

Simbolizando dolor, arrepentimiento, pero más la calma. Todo se tornó así, la paz la consumió.

 

 

 

 

_ Ya debería estar despierta, la anestesia no tiene un efecto tan duradero _

 

_ Athenea, despierta, debes de ayudarnos a identificar a la persona que provocó el accidente de tu familia, por favor _

¿Esa voz? No...

 

FIN. - Dulcinea.


A mi abuela, la que siempre me acompañó y me cuida diariamente desde el cielo.

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