LA MAÑANA DE SAN JUAN EN EL ROMANCERO
DIAZ GONZALEZ, Joaquín
La mañana de San Juan,
origen o manifestación de gran número de creencias, es casi, a lo largo de los
siglos, una fórmula romancística; un octosílabo modelo. Cientos de versiones
atestiguan la popularidad de la fiesta y arrojan cierta luz sobre los ritos y
celebraciones que tenían lugar en la alborada del 24 de junio. Tales temas
dejan ver a través de su trama, o de parte de ella, tres características
fundamentales que rodean la celebración del solsticio de verano: El amor, el
combate como alarde, y la magia.
EL AMOR
El primer aspecto, el amoroso, el puramente galante, puede verse reflejado en los siguientes romances:
Yo me levantara madre
mañanica de sant Juan:
vide estar una doncella
ribericas de la mar.
Sola lava y sola tuerce
sola tiende en un rosal
mientras los paños s'enxugan
dize la niña un cantar
do los mis amores do los
donde los yre a buscar
mar abaxo mar arriba
diziendo iba un cantar
peine de oro en las sus manos
y sus cabellos peinar
digasme tú, el marinero
que Dios te guarde de mal,
si los viste a mis amores
si los viste allá pasar.
(Versión del Cancionero de Anvers, 1550) (1).
De carácter morisco novelesco es este otro texto del que ofrecemos el comienzo:
La mañana de San Juan
salen a coger guirnaldas,
con sus más queridas damas
Zara, mujer del rey Chico
que son Fátima y Jarifa,
Celinda, Adalifa y Zaida,
de fino cendal cubiertas,
no con marlotas bordadas.
Sus almaizales bordados
con muchas perlas sembradas,
descalzos los albos pies,
blancos, más que nieve blanca...(2).
El romance es una muestra de la costumbre, extendida entre moros y cristianos de engalanarse con flores recogidas la mañana de San Juan; en ocasiones, tales ramos servían para adornar la cabeza o el cuerpo de la amada; a veces, simplemente como presunto remedio para alguna enfermedad o dolencia, ya del cuerpo, ya del alma.
El tercer romance, tradicional y uno de los más populares en cualquier punto de la geografía española, consagra otra de las costumbres que el pueblo ha aceptado para la mañana de San Juan: Colocarse frente al mar para ver amanecer; el efecto óptico provocado por la visión del sol emergiendo de las aguas es, no sólo gratificante desde el punto de vista estético, sino como afirma Caro Baroja (3) desde el punto de vista ritual, al cumplir con un ancestral y telúrico culto al agua y sol.
Mañanita, mañanita
mañanita de San Juan
saca Pedro sus caballos
a la orillita del mar.
Mientras sus caballos beben
cantando estaba un cantar...(4).
EL COMBATE
El segundo carácter, el de combate, estaría representado por la enorme cantidad de versiones como ésta que vamos a ofrecer, que nos retrotrae a la costumbre medieval y renacentista de "jugar con las lanzas" :
La mañana de Sant Joan
al punto que alboreaba
gran fiesta hacen los moros
por la vega de Granada.
Revolviendo sus caballos
jugando iban las cañas,
ricos pendones en ellas
labrados por sus amadas
y sus aljubas vestidas
de sedas finas y grana:
El moro que tiene amores
señales de ellos mostraba
y el que amiga no tiene
allí no escaramuzaba.
Moras los están mirando
de las torres del Alhambra
por ver que tienen amores
y quién más se aventajaba...(5).
El texto, aparentemente amoroso, evoca, a través de juegos y desfiles, un cierto tipo de danza, popular en Europa y América, denominada genéricamente "Morisca". Tal representación recibe diversos nombres según la zona en que tenga lugar: Moriscas o moros y cristianos, en España; "mouriscada", en Portugal; "morris dance" en Inglaterra; "moresca" en Italia; "morevka" en Yugoslavia; "moros", en México, etc. En casi todos estos lugares, y en otros donde el nombre no se ha conservado, se observa en la fiesta -celebrada habitualmente el día de San Juan- una parodia de lucha, ocasionalmente a caballo o sobre caballos de cartón, plasmada en actos y gestos que constituyen toda la mímica de los danzantes.
LA MAGIA
Por último, el carácter mágico o sobrenatural estaría representado por romances como éste de "La flor del agua" :
La mañana de San Juan
al tiempo de la alborada
bajó la Virgen María
por una fuente muy clara.
Se lavó sus pies y manos,
después su bendita cara;
después de haberse lavado
dio bendiciones al agua:
-Venturosa la mujer
que aquí viniese a por agua...(6).
Este tipo de composiciones recuerdan la propiedad maravillosa que, según la creencia, adquieren fuentes, arroyos y mares en la mañana de San Juan. Tal particularidad milagrosa viene producida por la presencia en esas aguas de algún ser dotado de capacidad para magnificarlas; según las diversas concepciones religiosas pueden ser ninfas, hadas, o la Virgen María, quienes confieran esos atributos.
Otro romance, de tema más inusitado que mágico, pero también encuadrable en este tercer apartado es el del Infante Arnaldos:
Quien hubiese tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de San Juan.
Con un falcón en la mano
la caza iba a cazar
y vio venir una galera
que a tierra quiere llegar.
Las velas traía de seda,
la jarcia de un cendal,
marinero que lo manda
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar
los peces que andan al hondo
arriba los hace andar
las aves que andan volando
las hace a el mástil posar...
Canto mágico o maravilloso -tan admirado por Menéndez Pidal como ejemplo de fragmentarismo paradigmático- que encierra otra de las peculiaridades clásicas de la mañana comentada: El poder de la palabra, acompañada esporádicamente de gestos o ritos para conseguir conjurar, exorcizar o hechizar algo o a alguien.
EL AMOR
El primer aspecto, el amoroso, el puramente galante, puede verse reflejado en los siguientes romances:
Yo me levantara madre
mañanica de sant Juan:
vide estar una doncella
ribericas de la mar.
Sola lava y sola tuerce
sola tiende en un rosal
mientras los paños s'enxugan
dize la niña un cantar
do los mis amores do los
donde los yre a buscar
mar abaxo mar arriba
diziendo iba un cantar
peine de oro en las sus manos
y sus cabellos peinar
digasme tú, el marinero
que Dios te guarde de mal,
si los viste a mis amores
si los viste allá pasar.
(Versión del Cancionero de Anvers, 1550) (1).
De carácter morisco novelesco es este otro texto del que ofrecemos el comienzo:
La mañana de San Juan
salen a coger guirnaldas,
con sus más queridas damas
Zara, mujer del rey Chico
que son Fátima y Jarifa,
Celinda, Adalifa y Zaida,
de fino cendal cubiertas,
no con marlotas bordadas.
Sus almaizales bordados
con muchas perlas sembradas,
descalzos los albos pies,
blancos, más que nieve blanca...(2).
El romance es una muestra de la costumbre, extendida entre moros y cristianos de engalanarse con flores recogidas la mañana de San Juan; en ocasiones, tales ramos servían para adornar la cabeza o el cuerpo de la amada; a veces, simplemente como presunto remedio para alguna enfermedad o dolencia, ya del cuerpo, ya del alma.
El tercer romance, tradicional y uno de los más populares en cualquier punto de la geografía española, consagra otra de las costumbres que el pueblo ha aceptado para la mañana de San Juan: Colocarse frente al mar para ver amanecer; el efecto óptico provocado por la visión del sol emergiendo de las aguas es, no sólo gratificante desde el punto de vista estético, sino como afirma Caro Baroja (3) desde el punto de vista ritual, al cumplir con un ancestral y telúrico culto al agua y sol.
Mañanita, mañanita
mañanita de San Juan
saca Pedro sus caballos
a la orillita del mar.
Mientras sus caballos beben
cantando estaba un cantar...(4).
EL COMBATE
El segundo carácter, el de combate, estaría representado por la enorme cantidad de versiones como ésta que vamos a ofrecer, que nos retrotrae a la costumbre medieval y renacentista de "jugar con las lanzas" :
La mañana de Sant Joan
al punto que alboreaba
gran fiesta hacen los moros
por la vega de Granada.
Revolviendo sus caballos
jugando iban las cañas,
ricos pendones en ellas
labrados por sus amadas
y sus aljubas vestidas
de sedas finas y grana:
El moro que tiene amores
señales de ellos mostraba
y el que amiga no tiene
allí no escaramuzaba.
Moras los están mirando
de las torres del Alhambra
por ver que tienen amores
y quién más se aventajaba...(5).
El texto, aparentemente amoroso, evoca, a través de juegos y desfiles, un cierto tipo de danza, popular en Europa y América, denominada genéricamente "Morisca". Tal representación recibe diversos nombres según la zona en que tenga lugar: Moriscas o moros y cristianos, en España; "mouriscada", en Portugal; "morris dance" en Inglaterra; "moresca" en Italia; "morevka" en Yugoslavia; "moros", en México, etc. En casi todos estos lugares, y en otros donde el nombre no se ha conservado, se observa en la fiesta -celebrada habitualmente el día de San Juan- una parodia de lucha, ocasionalmente a caballo o sobre caballos de cartón, plasmada en actos y gestos que constituyen toda la mímica de los danzantes.
LA MAGIA
Por último, el carácter mágico o sobrenatural estaría representado por romances como éste de "La flor del agua" :
La mañana de San Juan
al tiempo de la alborada
bajó la Virgen María
por una fuente muy clara.
Se lavó sus pies y manos,
después su bendita cara;
después de haberse lavado
dio bendiciones al agua:
-Venturosa la mujer
que aquí viniese a por agua...(6).
Este tipo de composiciones recuerdan la propiedad maravillosa que, según la creencia, adquieren fuentes, arroyos y mares en la mañana de San Juan. Tal particularidad milagrosa viene producida por la presencia en esas aguas de algún ser dotado de capacidad para magnificarlas; según las diversas concepciones religiosas pueden ser ninfas, hadas, o la Virgen María, quienes confieran esos atributos.
Otro romance, de tema más inusitado que mágico, pero también encuadrable en este tercer apartado es el del Infante Arnaldos:
Quien hubiese tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de San Juan.
Con un falcón en la mano
la caza iba a cazar
y vio venir una galera
que a tierra quiere llegar.
Las velas traía de seda,
la jarcia de un cendal,
marinero que lo manda
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar
los peces que andan al hondo
arriba los hace andar
las aves que andan volando
las hace a el mástil posar...
Canto mágico o maravilloso -tan admirado por Menéndez Pidal como ejemplo de fragmentarismo paradigmático- que encierra otra de las peculiaridades clásicas de la mañana comentada: El poder de la palabra, acompañada esporádicamente de gestos o ritos para conseguir conjurar, exorcizar o hechizar algo o a alguien.
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