UN PLACER HABER CONTRIBUIDO A REALIZAR ESTA PELÍCULA CON LAS ALUMNAS Y ALUMNOS DE 1º DE BACHILLERATO-B. DISFRUTEMOS SIEMPRE DE LAS PALABRAS...
miércoles, 28 de junio de 2023
FELICES VACACIONES: OTRO AÑO MÁS, OTRO AÑO MENOS. DISFRUTAD DE LAS LECTURAS Y LAS "ÍTACAS"...
Todos queremos volver
a casa, a Ítaca, avistar desde el mar la isla en la que crecimos, volver a ver
a la mujer que amamos y que nos espera hace tantos años. Por esta razón, la
legendaria isla griega —hogar de Odiseo, Penélope y Telémaco— es la metáfora perfecta
del propósito de la vida, de eso que nunca dejaremos de perseguir.
Las Ítacas pueden ser,
entonces, casi cualquier cosa: podrían representar el proceso para lograr una
meta o para recuperar algo que hemos perdido, incluso, podrían simbolizar el
acto de transitar por la vida de principio a fin, para finalmente volver al origen.
En un poema iluminador y sólo aparentemente sencillo, el poeta griego
Constantino Cavafis habla sobre la importancia de disfrutar el camino hacia
nuestra propia Ítaca (cualquiera que ésta sea), pues el viaje es mucho más
delicioso que la llegada al destino final.
El poema Ítaca
pareciera estar dirigido al héroe Odiseo durante su regreso a casa (el camino
del héroe que simbólicamente transitamos durante nuestra vida), pero en su
precioso y universal lenguaje nos habla a todos por igual, y nos obsequia gentilmente
un consejo que pareciera simple pero que frecuentemente obviamos. Inmersos en
una vida de prisas, de recompensas fáciles e instantáneas, es común olvidar que
el camino, pensado también como cualquier clase de proceso, no solamente es lo
que más puede enseñarnos, sino también lo más disfrutable. Ítaca “no tiene ya
nada que darte”, asegura el poeta nacido en Alejandría, por eso es mejor llegar
ahí viejo, habiendo vivido aventuras y experiencias.
Los Cíclopes, los
Lestrigones y la fiereza del dios Poseidón no aparecerán en tu camino si
mantienes un “pensamiento elevado”, asegura Cavafis; los peligros sólo surgirán
si los llevas dentro, si tu alma los pone frente a ti. Con estas palabras, el
poeta nos recuerda que en muchas ocasiones son nuestros propios demonios los
que nos estorban en el proceso hacia alcanzar lo que deseamos (de ahí la
importancia de convertirlos en aliados).
El pequeño y
deslumbrante consejo contenido en el poema de Cavafis, uno con enormes
implicaciones ontológicas, bien podría llevarse a los procesos más sencillos y
cotidianos de nuestra vida con resultados sorprendentes e iluminadores; una
práctica de esta naturaleza, como filosofía de vida, también podría
relacionarse de manera profunda con la meditación, con el trabajo de mantener
nuestra mente en el tiempo presente.
Nácar, coral, ámbar,
ébano, las ciudades egipcias donde es posible aprender de los sabios y la
emoción de ver un puerto por primera vez son sólo algunos de los tesoros que el
viaje puede darnos, y es crucial estar atentos a ellos. “Ten siempre a Ítaca en
la mente / Llegar ahí es tu destino. / Más nunca apresures el viaje.” aconseja
Cavafis; en otras palabras, nunca olvides tu meta, pero disfruta el recorrido,
porque ese es el verdadero secreto de nuestro breve tránsito por este mundo.
Ítaca
por Konstantino
Kavafis
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha
engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.
Konstantino Kavafis, 1911